Amelia pasó buena parte de su infancia con sus abuelos maternos, quienes le proporcionaron un estilo de vida lleno de comodidades. Su abuelo, Alfred Otis, era un prominente juez retirado, quien pensaba que el padre de Amelia, Edwin Earhart, abogado de empresas ferrocarrileras, no estaba en capacidad de proveer a su familia un estilo de vida lo suficientemente holgado.
Durante su infancia, Amelia dio muestras de una personalidad inquieta y audaz, pues se involucraba en actividades propias de los chicos: escalaba árboles, se deslizaba en trineo y disparaba a ratas con un rifle. También tenía como pasatiempo reunir recortes de periódicos de mujeres famosas que sobresalían en actividades tradicionalmente protagonizadas por hombres.
Durante la Primera Guerra Mundial se enroló como voluntaria en labores de enfermería junto a su hermana en la ciudad de Toronto, Canadá, adonde atendió a los pilotos heridos en combate. También aprovechó la ocasión para visitar un campo del Cuerpo Aéreo Real. En sus propias palabras, fue allí donde terminó “picada por el gusanillo de la aviación”.
En 1920 Amelia asistió a un espectáculo aéreo en Long Beach y quedó prendada definitivamente de los aviones. Consiguió que la llevaran a bordo de un biplano en el que voló durante diez minutos sobre Los Ángeles. Sus palabras acerca de esta experiencia fueron: «Tan pronto como despegamos yo sabía que tendría que volar de ahora en adelante».
Sus primeras clases de aviación las obtuvo de la instructora Anita Neta Snook, otra piloto pionera. Durante esa época logró adquirir un prototipo del aeroplano Kinner al que llamó «el Canario», en el que sufrió algún que otro accidente. Ya en octubre de 1922 consiguió su primer récord de altitud al volar a 14.000 pies (4.267 metros) de altura. Para 1923 obtuvo la licencia de piloto de la Federación Aeronáutica Internacional, siendo la décimo sexta mujer en recibirla.
En abril de 1928, Amelia recibió una llamada que cambiaría su vida: el capitán H.H. Railey le preguntó si quería ser la primera mujer en cruzar el océano Atlántico. La idea de la aventura había sido de Amy Guest, una aristócrata estadounidense que había adquirido un Fokker F. VII.
Se trataba de recorrer, el 17 y 18 de junio de 1928, los 3.200 kilómetros que distan entre Terranova y Gales. Aunque sólo fue de pasajera de Wilmer Stultz, piloto, y Louis Gordon, mecánico, al finalizar la travesía, los periodistas centraron sus entrevistas en ella. Aquella joven, esbelta e intrépida, cautivó a la prensa desde el primer momento.
En 1932 decidió que ya estaba preparada para atravesar el Atlántico ella sola. El viaje se realizaría desde Harbour Grace hasta Newfoundland, en Gran Bretaña. El 20 de mayo aterrizó en Londonderry, en el norte de Irlanda.
Su fama y los reconocimientos recibidos fueron aumentando: el presidente Hoover le condecoró con la medalla dorada especial de la National Geographic Society; recibió las llaves de numerosas ciudades; y el congreso la condecoró con la Distinguished Flying Cross, dada por primera vez a una mujer.
En 1935 comenzó a planificar un viaje alrededor del mundo. De lograrlo, conseguiría alcanzar dos metas: ser la primera mujer en conseguirlo y utilizar una ruta distinta a la habitual en estas travesías. Y es que en los vuelos alrededor del mundo que se habían desarrollado hasta entonces, las etapas eran cortas y se realizaban a través de los cielos del hemisferio norte. Earhart quería intentar circunvolar el globo siguiendo la línea del ecuador. Según ella manifestó, esta travesía era el vuelo más importante que le quedaba por realizar.
Como acompañante escogió a Frederick Noonan, que estaba habituado a sobrevolar el Océano Pacífico. Además, llevó otros dos tripulantes como técnicos. Pero el viaje terminó fracasando: cerca de Pearl Harbor perdieron el control del aeroplano. Uno de los tripulantes atribuyó la responsabilidad del accidente a Amelia.
El fracaso no hizo sino incentivar a Amelia, que decidió cambiar el curso del viaje hacia el este. También decidió que, en la próxima ocasión, sólo la acompañara Noonan. El avión que escogió para su segundo intento fue un bimotor Lockheed Electra.Partió de Los Ángeles hacia Florida el 21 de mayo de 1937. El 1 de junio de 1937, voló desde Miami (Florida) hasta Sudamérica; de allí, a África y, posteriormente, a las Indias Orientales.
En Bandoeng, Amelia enfermó de disentería. Una vez recuperada, partió hacia Australia. Decidió desprenderse de los paracaídas porque consideró que no serían necesarios en lo que restaba del viaje.Cuando llegó a Lae, Nueva Guinea, el 29 de junio, había recorrido 33.000 kilómetros en treinta días. Sólo le quedaba por completar un tercio de la travesía. En Lae contactó con el Herald Tribune, que seguía su gran aventura. En las fotos Amelia aparecía enferma y cansada. Sin embargo, el 2 de julio reanudó su viaje. Al parecer, el avión tenía suficiente combustible, pero el día estaba muy nublado, con lluvias intermitentes.
Mantuvo constante comunicación con el guardacosta estadounidense Itasca. A las 19:30 envió al Itasca su célebre mensaje indicando que el combustible se estaba agotando. A las 20:14 el guardacosta recibió el último mensaje dando su posición. Hacia las 21:30 empezó a asumirse que el avión podía haber caído al mar, en un punto a 4113 kilómetros de la isla Howland, y comenzó una búsqueda contrarreloj.Los expertos consideraron que el avión podía haberse quedado flotando en el mar debido a los tanques se encontraban vacíos. Sin embargo, no había rastro de él.
El presidente Franklin D. Roosevelt autorizó la búsqueda de Amelia con 9 barcos y 66 aviones. Pero todos los esfuerzos fueron inútiles. El 18 de julio se abandonó la operación de rescate porque no existían ya esperanzas de encontrar viva a la tripulación.
El 5 de enero de 1939, Amelia Earhart fue declarada oficialmente muerta en el Tribunal Superior de Los Ángeles, California.Nunca llegó a averiguarse qué sucedió exactamente con el biplano de Amelia, aunque surgieron diferentes teorías que no dejaban de recoger simples especulaciones.
Teoría nº1: naúfragos en Nikumaroro
Según el director ejecutivo de TIGHAR, Richard Gillespie, después de comunicar que apenas tenían combustible, Earhart empezó a buscar la isla Howland. Erróneamente se dirigió hacia el suroeste, supuestamente porque sabía que las islas Fénix, zona de aterrizaje alternativo, se encontraban a unos 560 kilómetros en esa dirección.
En su estudio sobre esta primera teoría, TIGHAR ha sacado a la luz el registro de un accidente de avión anterior a 1939 en Nikumaroro, con dos náufragos, un hombre y una mujer, que encajaban con la descripción de Earhart y Noonan.
TIGHAR ha visitado la isla en múltiples ocasiones para recoger pruebas. En 2003, por ejemplo, el equipo acudió para analizar los restos que un biólogo marino detectó en un arrecife de coral, pero una tormenta se los llevó antes de que llegaran.
«Sin embargo, en nuestras expediciones descubrimos tres artefactos más del mismo tipo que una pieza de avión que hallamos en nuestro primer viaje al lugar en 1989, un artefacto interior que protegía los cables», informó Gillespie a National Geographic News en 2003.
Estas piezas son comunes en los aviones civiles, pero no militares, por lo que es posible que proviniera del Electra.
Sin embargo, según Gillespie, estas piezas se consideran parte de la cabina del avión y no aparecen en los dibujos del Electra. Además, ninguno de los Electra que forman parte de colecciones de diversos museos tienen estas piezas originales.
En 2010 TIGHAR descubrió un hueso en Nikumaroro que podía pertenecer a un dedo humano; sin embargo, investigadores de la Universidad de Oklahoma confirmaron después que no podían determinar si pertenecía a la aviadora.
TIGHAR también está tratando de localizar 13 huesos supuestamente humanos que fueron encontrados en la isla en 1940 pero que desaparecieron tras ser enviados a Fiji.
A principios de año, un informe de TIGHAR reveló que los investigadores habían encontrado en Nikumaroro fragmentos de envases de productos para la piel de esa época, incluyendo un corrector para pecas, que podían haber pertenecido a Earhart. Se espera la publicación de un informe completo para el mes de octubre.
Por último, antes de que se acortara su misión de julio de 2012, TIGHAR estaba analizando la zona alrededor de Nikumaroro para investigar la teoría de que una fotografía tomada por un miembro del servicio colonial británico tres meses después de la desaparición de Earhart habría captado sin querer componentes del tren de aterrizaje del avión.
Teoría nº 2: se estrellaron cerca de su destino
Hace aproximadamente diez años, Nauticos, una empresa de Maryland (Estados Unidos) que realiza búsquedas submarinas, trató de localizar el avión de Earhart donde creen que se estrelló: en el Océano Pacífico, cerca de la isla Howland.
David Jourdan, presidente de Nauticos, afirmó en 2003 que al estudiar factores como las transmisiones de radio y el combustible del Electra, su equipo ha delimitado el área del océano en el que creen que se encuentran los restos del avión.
«Creemos firmemente que se encuentra en la zona en la que estamos buscando», señaló Jourdan. «Por supuesto, no podemos asegurarlo, porque podría estar en el extremo exterior, pero estamos convencidos de que está cerca».
En marzo y abril de 2002, la empresa empleó un sonar de alta tecnología para buscar en un área de 1.630 kilómetros cuadrados cerca de Howland. No encontraron el avión entonces ni en la posterior expedición de 2006.
Teoría nº 3: teoría de la conspiración
Una tercera teoría afirma que Earhart y Noonan, al no poder (o no querer) encontrar la isla Howland, se dirigieron al norte hacia las Islas Marshall (ver mapa), controladas por los japoneses, donde fueron tomados como rehenes, posiblemente como espías norteamericanos.
Algunos creen que finalmente fueron asesinados, y otros que Earhart, y quizá también Noonan, volvieron a Estados Unidos con nombres falsos. Según esta teoría, Earhart se hizo llamar Irene Craigmile, y tras casarse con Guy Bolam, se convirtió en Irene Bolam, que murió en Nueva Jersey en 1982.
«De no poder encontrar Howland, el plan B era cortar toda comunicación y dirigirse a las Islas Marshall, abandonando ahí el avión», defendió en 2003 Rollin C. Reineck, coronel retirado de la Fuerza Aérea de Estados Unidos que vive en Kailua, Hawai.
Reineck es el autor de un libro, Amelia Earhart Survived (Amelia Earhart sobrevivió), en el que afirma que Earhart abandonó el avión en las Islas Marshall y volvió a Estados Unidos bajo un nombre falso por razones de seguridad.
En su opinión, el gobierno de Estados Unidos lo habría permitido para rescatar a Earhart y al mismo tiempo realizar un reconocimiento antes de la guerra con los japoneses.
«Sin embargo, el plan no salió bien, como ocurre muchas veces», señala Reineck. Earhart comunicó por radio que se dirigía al norte, el mensaje fue interceptado y los japoneses la retuvieron como rehén.
Según Reineck, todo se mantuvo en secreto porque los norteamericanos no habrían tolerado que el gobierno pusiera en peligro a su querida Earhart.
El ex coronel señala además que unos análisis han concluido que varias fotografías de Irene Bolam, su caligrafía y otras pruebas forenses indican su conexión con Amelia Earhart.
La interpretación de Reineck, sin embargo, no cuenta con muchos apoyos, aunque hasta que no se recuperen sus restos en el Pacífico, el misterio de su desaparición seguirá dando pie a todo tipo de especulaciones.
Como señaló Ronald Reuther, naturalista y admirador de Amelia Earhart, a National Geographic News en 2003, «todavía hay documentos del gobierno de Estados Unidos relacionados con Earhart y su desaparición que se mantienen en secreto. ¿Por qué?».
Durante su infancia, Amelia dio muestras de una personalidad inquieta y audaz, pues se involucraba en actividades propias de los chicos: escalaba árboles, se deslizaba en trineo y disparaba a ratas con un rifle. También tenía como pasatiempo reunir recortes de periódicos de mujeres famosas que sobresalían en actividades tradicionalmente protagonizadas por hombres.
Durante la Primera Guerra Mundial se enroló como voluntaria en labores de enfermería junto a su hermana en la ciudad de Toronto, Canadá, adonde atendió a los pilotos heridos en combate. También aprovechó la ocasión para visitar un campo del Cuerpo Aéreo Real. En sus propias palabras, fue allí donde terminó “picada por el gusanillo de la aviación”.
En 1920 Amelia asistió a un espectáculo aéreo en Long Beach y quedó prendada definitivamente de los aviones. Consiguió que la llevaran a bordo de un biplano en el que voló durante diez minutos sobre Los Ángeles. Sus palabras acerca de esta experiencia fueron: «Tan pronto como despegamos yo sabía que tendría que volar de ahora en adelante».
Sus primeras clases de aviación las obtuvo de la instructora Anita Neta Snook, otra piloto pionera. Durante esa época logró adquirir un prototipo del aeroplano Kinner al que llamó «el Canario», en el que sufrió algún que otro accidente. Ya en octubre de 1922 consiguió su primer récord de altitud al volar a 14.000 pies (4.267 metros) de altura. Para 1923 obtuvo la licencia de piloto de la Federación Aeronáutica Internacional, siendo la décimo sexta mujer en recibirla.
En abril de 1928, Amelia recibió una llamada que cambiaría su vida: el capitán H.H. Railey le preguntó si quería ser la primera mujer en cruzar el océano Atlántico. La idea de la aventura había sido de Amy Guest, una aristócrata estadounidense que había adquirido un Fokker F. VII.
Se trataba de recorrer, el 17 y 18 de junio de 1928, los 3.200 kilómetros que distan entre Terranova y Gales. Aunque sólo fue de pasajera de Wilmer Stultz, piloto, y Louis Gordon, mecánico, al finalizar la travesía, los periodistas centraron sus entrevistas en ella. Aquella joven, esbelta e intrépida, cautivó a la prensa desde el primer momento.
En 1932 decidió que ya estaba preparada para atravesar el Atlántico ella sola. El viaje se realizaría desde Harbour Grace hasta Newfoundland, en Gran Bretaña. El 20 de mayo aterrizó en Londonderry, en el norte de Irlanda.
Su fama y los reconocimientos recibidos fueron aumentando: el presidente Hoover le condecoró con la medalla dorada especial de la National Geographic Society; recibió las llaves de numerosas ciudades; y el congreso la condecoró con la Distinguished Flying Cross, dada por primera vez a una mujer.
En 1935 comenzó a planificar un viaje alrededor del mundo. De lograrlo, conseguiría alcanzar dos metas: ser la primera mujer en conseguirlo y utilizar una ruta distinta a la habitual en estas travesías. Y es que en los vuelos alrededor del mundo que se habían desarrollado hasta entonces, las etapas eran cortas y se realizaban a través de los cielos del hemisferio norte. Earhart quería intentar circunvolar el globo siguiendo la línea del ecuador. Según ella manifestó, esta travesía era el vuelo más importante que le quedaba por realizar.
Como acompañante escogió a Frederick Noonan, que estaba habituado a sobrevolar el Océano Pacífico. Además, llevó otros dos tripulantes como técnicos. Pero el viaje terminó fracasando: cerca de Pearl Harbor perdieron el control del aeroplano. Uno de los tripulantes atribuyó la responsabilidad del accidente a Amelia.
El fracaso no hizo sino incentivar a Amelia, que decidió cambiar el curso del viaje hacia el este. También decidió que, en la próxima ocasión, sólo la acompañara Noonan. El avión que escogió para su segundo intento fue un bimotor Lockheed Electra.Partió de Los Ángeles hacia Florida el 21 de mayo de 1937. El 1 de junio de 1937, voló desde Miami (Florida) hasta Sudamérica; de allí, a África y, posteriormente, a las Indias Orientales.
En Bandoeng, Amelia enfermó de disentería. Una vez recuperada, partió hacia Australia. Decidió desprenderse de los paracaídas porque consideró que no serían necesarios en lo que restaba del viaje.Cuando llegó a Lae, Nueva Guinea, el 29 de junio, había recorrido 33.000 kilómetros en treinta días. Sólo le quedaba por completar un tercio de la travesía. En Lae contactó con el Herald Tribune, que seguía su gran aventura. En las fotos Amelia aparecía enferma y cansada. Sin embargo, el 2 de julio reanudó su viaje. Al parecer, el avión tenía suficiente combustible, pero el día estaba muy nublado, con lluvias intermitentes.
Mantuvo constante comunicación con el guardacosta estadounidense Itasca. A las 19:30 envió al Itasca su célebre mensaje indicando que el combustible se estaba agotando. A las 20:14 el guardacosta recibió el último mensaje dando su posición. Hacia las 21:30 empezó a asumirse que el avión podía haber caído al mar, en un punto a 4113 kilómetros de la isla Howland, y comenzó una búsqueda contrarreloj.Los expertos consideraron que el avión podía haberse quedado flotando en el mar debido a los tanques se encontraban vacíos. Sin embargo, no había rastro de él.
El presidente Franklin D. Roosevelt autorizó la búsqueda de Amelia con 9 barcos y 66 aviones. Pero todos los esfuerzos fueron inútiles. El 18 de julio se abandonó la operación de rescate porque no existían ya esperanzas de encontrar viva a la tripulación.
El 5 de enero de 1939, Amelia Earhart fue declarada oficialmente muerta en el Tribunal Superior de Los Ángeles, California.Nunca llegó a averiguarse qué sucedió exactamente con el biplano de Amelia, aunque surgieron diferentes teorías que no dejaban de recoger simples especulaciones.
Teoría nº1: naúfragos en Nikumaroro
Según el director ejecutivo de TIGHAR, Richard Gillespie, después de comunicar que apenas tenían combustible, Earhart empezó a buscar la isla Howland. Erróneamente se dirigió hacia el suroeste, supuestamente porque sabía que las islas Fénix, zona de aterrizaje alternativo, se encontraban a unos 560 kilómetros en esa dirección.
En su estudio sobre esta primera teoría, TIGHAR ha sacado a la luz el registro de un accidente de avión anterior a 1939 en Nikumaroro, con dos náufragos, un hombre y una mujer, que encajaban con la descripción de Earhart y Noonan.
TIGHAR ha visitado la isla en múltiples ocasiones para recoger pruebas. En 2003, por ejemplo, el equipo acudió para analizar los restos que un biólogo marino detectó en un arrecife de coral, pero una tormenta se los llevó antes de que llegaran.
«Sin embargo, en nuestras expediciones descubrimos tres artefactos más del mismo tipo que una pieza de avión que hallamos en nuestro primer viaje al lugar en 1989, un artefacto interior que protegía los cables», informó Gillespie a National Geographic News en 2003.
Estas piezas son comunes en los aviones civiles, pero no militares, por lo que es posible que proviniera del Electra.
Sin embargo, según Gillespie, estas piezas se consideran parte de la cabina del avión y no aparecen en los dibujos del Electra. Además, ninguno de los Electra que forman parte de colecciones de diversos museos tienen estas piezas originales.
En 2010 TIGHAR descubrió un hueso en Nikumaroro que podía pertenecer a un dedo humano; sin embargo, investigadores de la Universidad de Oklahoma confirmaron después que no podían determinar si pertenecía a la aviadora.
TIGHAR también está tratando de localizar 13 huesos supuestamente humanos que fueron encontrados en la isla en 1940 pero que desaparecieron tras ser enviados a Fiji.
A principios de año, un informe de TIGHAR reveló que los investigadores habían encontrado en Nikumaroro fragmentos de envases de productos para la piel de esa época, incluyendo un corrector para pecas, que podían haber pertenecido a Earhart. Se espera la publicación de un informe completo para el mes de octubre.
Por último, antes de que se acortara su misión de julio de 2012, TIGHAR estaba analizando la zona alrededor de Nikumaroro para investigar la teoría de que una fotografía tomada por un miembro del servicio colonial británico tres meses después de la desaparición de Earhart habría captado sin querer componentes del tren de aterrizaje del avión.
Teoría nº 2: se estrellaron cerca de su destino
Hace aproximadamente diez años, Nauticos, una empresa de Maryland (Estados Unidos) que realiza búsquedas submarinas, trató de localizar el avión de Earhart donde creen que se estrelló: en el Océano Pacífico, cerca de la isla Howland.
David Jourdan, presidente de Nauticos, afirmó en 2003 que al estudiar factores como las transmisiones de radio y el combustible del Electra, su equipo ha delimitado el área del océano en el que creen que se encuentran los restos del avión.
«Creemos firmemente que se encuentra en la zona en la que estamos buscando», señaló Jourdan. «Por supuesto, no podemos asegurarlo, porque podría estar en el extremo exterior, pero estamos convencidos de que está cerca».
En marzo y abril de 2002, la empresa empleó un sonar de alta tecnología para buscar en un área de 1.630 kilómetros cuadrados cerca de Howland. No encontraron el avión entonces ni en la posterior expedición de 2006.
Teoría nº 3: teoría de la conspiración
Una tercera teoría afirma que Earhart y Noonan, al no poder (o no querer) encontrar la isla Howland, se dirigieron al norte hacia las Islas Marshall (ver mapa), controladas por los japoneses, donde fueron tomados como rehenes, posiblemente como espías norteamericanos.
Algunos creen que finalmente fueron asesinados, y otros que Earhart, y quizá también Noonan, volvieron a Estados Unidos con nombres falsos. Según esta teoría, Earhart se hizo llamar Irene Craigmile, y tras casarse con Guy Bolam, se convirtió en Irene Bolam, que murió en Nueva Jersey en 1982.
«De no poder encontrar Howland, el plan B era cortar toda comunicación y dirigirse a las Islas Marshall, abandonando ahí el avión», defendió en 2003 Rollin C. Reineck, coronel retirado de la Fuerza Aérea de Estados Unidos que vive en Kailua, Hawai.
Reineck es el autor de un libro, Amelia Earhart Survived (Amelia Earhart sobrevivió), en el que afirma que Earhart abandonó el avión en las Islas Marshall y volvió a Estados Unidos bajo un nombre falso por razones de seguridad.
En su opinión, el gobierno de Estados Unidos lo habría permitido para rescatar a Earhart y al mismo tiempo realizar un reconocimiento antes de la guerra con los japoneses.
«Sin embargo, el plan no salió bien, como ocurre muchas veces», señala Reineck. Earhart comunicó por radio que se dirigía al norte, el mensaje fue interceptado y los japoneses la retuvieron como rehén.
Según Reineck, todo se mantuvo en secreto porque los norteamericanos no habrían tolerado que el gobierno pusiera en peligro a su querida Earhart.
El ex coronel señala además que unos análisis han concluido que varias fotografías de Irene Bolam, su caligrafía y otras pruebas forenses indican su conexión con Amelia Earhart.
La interpretación de Reineck, sin embargo, no cuenta con muchos apoyos, aunque hasta que no se recuperen sus restos en el Pacífico, el misterio de su desaparición seguirá dando pie a todo tipo de especulaciones.
Como señaló Ronald Reuther, naturalista y admirador de Amelia Earhart, a National Geographic News en 2003, «todavía hay documentos del gobierno de Estados Unidos relacionados con Earhart y su desaparición que se mantienen en secreto. ¿Por qué?».
La Extraña Desaparición De Amelia Earhart