martes, 31 de marzo de 2015

Puede que solo fuera una leyenda, pero se cuenta que cuando profanaron su tumba durante la Revolución Francesa, en 1796, su cuerpo seguía casi incorrupto, así que decidieron quedarse con su espesa cabellera como trofeo y aprovechar su ataúd de plomo para hacer balas. Los restos de su cuerpo, fueron arrojados a una fosa común junto a dos de sus nietas, y fue precisamente hace unos años, cuando un equipo de científicos decidió por fin analizar dichos restos para descubrir cuál era el supuesto secreto de Diana de Poitiers.

El misterio del elixir de la eterna juventud de Diana de Poitiers


Empecemos desde el principio. Diana de Poitiers había nacido el 3 de septiembre de 1499 en el seno de una de las familias aristocráticas más importantes de Francia. Su padre, Jean de Poitiers era conde de Saint-Vallier y vizconde de Estoile. Tras la muerte de su madre, Jeanne de Batarnay, cuando Diana tenía solamente seis años, fue trasladada a la corte donde pasó casi diez años como dama de Ana de Francia, hija de Luis XI.

Cuando Diana era una bella joven de 15 años se acordó su matrimonio con Luis de Brézé, cuarenta años mayor que ella. El conde de Maulevrier y señor de Anet representaba al rey en Normandía como gran senescal y descendía de la familia real por una rama ilegítima originada de la relación entre Carlos VII y su amante Agnès Sorel. Durante los años que duró su matrimonio, Diana fue una esposa y madre ejemplar. A pesar de la diferencia de edad, Diana amó y respetó a su marido, con el que tuvo dos hijas. Pero la desaparición de Luis cambió el destino de Diana.
 
Cortejada por Enrique

En 1531 Diana de Poitiers, con 31 años, quedaba viuda. Un año antes, los dos hijos mayores del rey Francisco I de Francia habían vuelto de su estancia en Madrid como rehenes por la derrota de su padre en la batalla de Pavía contra Carlos V acaecida en 1525. El emperador había hecho prisionero al rey francés y solamente quedó en libertad tras el tratado de Madrid que reclamaba a sus dos hijos como rehenes. Enrique tenía entonces once años cuando se reencontró con Diana a quien recordaba como la última persona que había consolado su desesperación cuando debía partir hacia Madrid. Desde entonces Enrique había quedado prendado de la belleza y personalidad de Diana.

Ahora que era viuda, Diana se reinventó a sí misma. Su modelo a seguir sería Artemisa, hija del rey de Halicarnaso; tomó el blanco y el negro como sus colores básicos; en su escudo incluyó la antorcha invertida, símbolo de las viudas y honró a su esposo desaparecido con un mausoleo en la capilla del castillo de Anet. Diana superaba en más de veinte años la edad de Enrique pero aceptó su adoración pública envolviéndola en una parafernalia parecida al amor cortés. Ella misma rodeó su persona y sus relaciones con Enrique de un halo de misterio confiriéndoles un carácter mitológico y sacro y transformando a la viuda ejemplar en diosa del Olimpo. Incluso se hizo retratar como Diana cazadora.

Su íntima relación con el rey le sirvió para obtener el ducado de Valentinois y el de Étampes, increíbles castillos como el de Chenonceaux y valiosas joyas imposibles de imaginar. Era bella, culta, exquisita… Y también una férrea amante de la magia y los elixires sobrenaturales. Una de sus máximas preocupaciones fue siempre conservar la juventud y la lozanía, llegando a ser una auténtica obsesión.

Se dice que siempre estuvo muy delgada y tan pálida como una muñeca de porcelana. La leyenda se fue tejiendo con los años, se hablaba de pactos secretos con médicos extranjeros y de una pócima que diariamente mezclaba en sus bebidas. Ésas que, tal vez, le permitieron vivir siendo siempre bella, aunque su objetivo, el alcanzar la inmortalidad, obviamente no llegó a cumplirse.

Su residencia hasta sus ultimos dias
Fue en 2008 cuando un equipo de arqueólogos y científicos dieron con sus restos, con esa fosa común donde la arrojaron junto a sus nietas durante la Revolución Francesa tras ultrajar sus tumbas. ¿Y cuál fue el resultado del análisis? ¿Era verdad que pudo conservarse siempre joven? Los científicos nos explicaron que lo primero fue confirmar que aquellos, eran los auténticos restos de Diana de Poitiers.

Lo certificaron a través de su calavera, que se correspondía con los rasgos que de ella, se conservan en todos los cuadros. También en la fractura de su tibia cuando se cayó del caballo en 1565, y que trató un médico llamado Ambroise Paré. Era, efectivamente, la cortesana más famosa del siglo XVI: Diana de Poitiers.

Los análisis certificaron varias cosas: a lo largo de su vida estuvo tomando algo que, efectivamente, lejos de ofrecerle la inmortalidad, acabó con su vida. Un elemento que le producía anemia (de ahí la palidez de su piel), además de anorexia y diarreas. Una figura frágil y delicada, no cabe duda, aunque obviamente, Diana de Poitiers jamás habría gozado de buena salud. El elemento que utilizaba como elixir de la eterna juventud era el oro.

Los científicos lo encontraron en grandes cantidades en sus tejidos a pesar de haber pasado más de 400 años. Desconocemos si el esfuerzo valió la pena, si ella se veía realmente bella con la palidez de su piel y la delgadez de su cuerpo, pero sea como sea, su muerte debió ser lenta y dolorosa. La eterna juventud es esa aspiración que, de momento, aún no podemos alcanzar.


miércoles, 25 de marzo de 2015

El enigma de Loftus Hall

Sir Alexander Redmond llegó a Irlanda procedente de Inglaterra. Le gustaron aquellas tierras y aquel plácido paraje de la Península de Hook donde ya se alzaba un desmantelado castillo lleno de heridas y musgo. Aprovechó parte de sus cimientos y construyó una elegante mansión más conocida como “Redmond Hall”.

Fue a mediados de 1650 cuando los avatares políticos llegaron hasta este pequeño rincón de Irlanda, obligando a su dueño, al señor Redmond, a coger las armas para proteger su propiedad, atrincherándose en sus propiedades ante el avance de la conquista de Irlanda por parte de Cromwell. Y la cosa no salió nada bien para su propietario. Le quitaron todas sus posesiones y se las entregaron a la familia Loftus, de modo que la distinguida mansión pasó entonces a ser conocida como “Loftus Hall”.

Ese pasado de enfrentamientos políticos y desavenencias, quedó impreso para siempre en los muros de la casa. Tanto es así, que se dice que la propia familia Loftus nunca pasaba demasiado tiempo en ella, e incluso tuvieron que pelear siempre con los descendientes de Sir Redmond, quienes ansiaban recuperar su propiedad y aquel legado que les fue arrancado a la fuerza.

al vez por ello, por la incomodidad que les suponía estar en aquella mansión, solían prestarla a menudo a muchos de sus amigos, como fue el caso de los Tottenham, quienes en el siglo XVIII, decidieron pasar una temporada en Loftus Hall. Eran el señor Charles Tottenham su esposa y la joven Anne, una muchacha que tuvo de un matrimonio anterior…
 


Una extraña visita en una noche de tormenta

Como buen relato, todo sucede una noche de tormenta. Una violenta tempestad que ocasionó la llegada inesperada de un barco a la costa. Era solo un hombre, un joven que pidió refugio hasta que el mal tiempo amainara y pudiera volver a partir con su nave. Se le dio cobijo, una cena y compañía.

Era algo más de media noche cuando Anne, aceptó jugar a las cartas con el joven. Se sentía atraída por él e iniciaron una partida en la mesa del salón. El mayordomo les trajo algo de beber, y al dejar los vasos en la mesa, se dio cuenta de que el extraño, tenia unos pies deformes. Tal fue la expresión de su rostro que captó la atención de Anne. La muchacha, para disimular, dejó caer una de sus cartas, y al hacerlo, descubrió aquellos pies inhumanos que se hendían en el propio suelo de la casa.

El extraño, al percibir la expectación y el rostro de repugnancia de Anne, se lanzó contra las paredes saliendo después por el techo con gran violencia, dejando un enorme agujero. Lo que ocurrió después, hiló aún más la leyenda. Se dice que la joven, se encerró para siempre en la habitación de los Tapices, sin poder hablar, sin poder reaccionar y sin ganas de comer. Se quedó con el rostro fijo en la ventana y en el mar, con una mezcla de miedo absoluto pero al mismo tiempo, ansiando seguramente volver a ver a aquel extraño… A pesar de saber que era el mismo Diablo.

Falleció al poco tiempo. Se dice también que no pudieron enderezar su cuerpo para llevarlo al ataúd, que quedó tan rígido como una roca, mirando hacia el mar. Aunque lo más espeluznante es la marca de la pezuña que, según dicen, sigue hendida en el suelo de Loftus Hall. Sin hablar de ese agujero en el techo que sigue siendo visible a pesar de los años.
 
¿Solo una Leyenda?

Esta historia ha pasado a formar parte del mito, ya que la actual casa fue construida un siglo después de los acontecimientos descritos anteriormente. Mientras tanto, se creía que el desconocido de los extraños pies regresó a la casa y causó persistente actividad paranormal. Un buen número de clérigos protestantes, aparentemente, intentaron y poner fin a esto, sin conseguirlo. Finalmente, la familia, pidió al Padre Thomas Broaders (un sacerdote católico, que también era un inquilino de la finca Loftus Hall) exorcizar la casa.

El aparente éxito del exorcismo de Broaders no puso fin a las visitas fantasmales en Loftus Hall. El fantasma de una mujer joven, una presunción de Anne Tottenham, ha hecho frecuentes apariciones en el Salones de la casa, especialmente en la Sala de Tapices, hasta que el edificio fue demolido en 1871.

Aunque el presente edificio es totalmente nuevo, el interés en la historia de fantasmas se ha mantenido fuerte. Y en muchos aspectos, la historia se ha unido a la casa nueva. En un documental sobre la mansión después de que los últimos propietarios la dejaran abandonada. El mismo personal que había trabajado en ella, explicaban haber visto al fantasma de Anne caminar por las escaleras y escuchar caballos inexistentes alrededor del edificio.

El edificio que hoy existe fue construido entre 1870 y 1871 por el cuarto marqués de Ely . En 1917 Loftus Hall fue comprada por las Hermanas de la Providencia y se convirtió en un convento y una escuela para niñas jóvenes interesadas en formar parte de la orden. En 1983, fue comprado por Michael Deveraux, que reabrió sus puertas como “Loftus Hall Hotel”, que se cerró de nuevo a finales de 1990

El fantasma de Anne (Agosto de 2014)

Según informo metro.co.uk, Thomas Beavis, de 21 años y residente en Lewisham, Inglaterra, hizo un descubrimiento realmente escalofriante mientras revisaba las fotografías de su visita a Loftus Hall en Wexford, Irlanda. Thomas se encontraba visitando la mansión con su madre y unos amigos. Él se ocupaba de fotografiar cada momento, aunque lo que no se esperaba capturar era lo que parecía ser el espíritu de la pequeña Anne Tottenham y la cara fantasmagórica de una anciana en una ventana junto a la puerta principal.

“Yo realmente sólo miré la fotografía mientras volvíamos a casa, en realidad estaba aterrorizado”, dijo Thomas a Metro.co.uk. “La verdad es que todos nos sentíamos un poco nervioso después de haber visitado la mansión, pero cuando mostré la foto a mis amigos todos se quedaron sin palabras. Miré en todas las ventanas para encontrar a esta chica en la ventana. Me tomé algún tiempo antes de mostrar a todo el mundo esta fotografía, porque no entendía lo que realmente estaba viendo.”

En un principio Thomas pensó que era reflejo de alguien, pero después de observar la imagen mucho más de cerca se dio cuenta de que el supuesto fantasma estaba de manera opuesta a los que estaban en el exterior de la casa.

Y como los colegas de "cazadores de fantasmas" tambien se dieron un paseo por alli a ver si veian a Anne

martes, 17 de marzo de 2015

 El origen de la leyenda del Holandés Errante, se pierde en los albores del tiempo. Es esa historia que todo marino cuenta a sus hijos y nietos con algo de ironía, como quien sabe, que no es más que un relato de fantasmas y superstición. Sin embargo, la estela de esta leyenda tiene esa esencia real que todo hombre habituado al mar conoce: El deseo de enfrentarse al mar, de retarlo y sobrevivir en él para dominarlo. Porque no hay enemigo más feroz que ese dios durmiente que habita bajo las aguas del océano.

El hombre que desafió a Dios

Es difícil concretar una fecha y un nombre. Aunque muchos historiadores sitúan el origen de la leyenda en un hombre, en el capitán Vanderdecken. Un marino holandés algo arrogante y brabucón del siglo XVII, que tuvo que enfrentarse a una violenta tormenta mientras se disponía a cruzar el peligroso cabo de Buena Esperanza. La tripulación y los pasajeros le pidieron aterrorizados que se dirigiera a puerto, que se pusiera a salvo para aguardar a que el feroz temporal amainara. ¿Obedeció el capitán? En absoluto.


Lejos de admitir cualquier sugerencia, Vanderdecken, se burló de todos ellos y empezó a entonar canciones sacrílegas mofándose del mar e incluso de Dios. Lleno de soberbia los desafió a todos, ensalzando sus virtudes y su valentía mientras se amarraba al timón de su nave. La tripulación se amotinó e intentó luchar con él para intentar hacerlo entrar en razón. Mientras, los pasajeros, no pudieron más que arrodillarse y empezar a rezar para pedir ayuda.

Fue entonces cuando el propio Dios, abriendo un portal entre esa oscura tormenta, bajó de los cielos para ver a ese hombre impío que lo estaba retando y que además, intentaba llevarse la vida de numerosos inocentes. Se enfrentó a Vanderdecken, le comentó que si tanto disfrutaba con el dolor ajeno, a partir de ese mismo momento sería condenado a vagar en soledad perpetua por el océano.

Y lo haría siempre en medio de la peor de las tempestades, la más violenta. La más oscura. Y todo aquel que se cruzara con su terrorífico navío, moriría sólo con verlo. Se alimentaría únicamente de hierro candente y de hiel, y su única compañía sería un grumete: un hombre con cuernos y fauces de león. Aterrador, no hay duda.

Bernard Fockke

Esta, es la versión más clásica del Holandés Errante, pero hay otras. Dentro de la mitología vikinga también se habla de un hombre que osó robar el anillo a los dioses, y que éstos, lo castigaron convirtiéndolo en un esqueleto que vaga atado al palo mayor de una nave fantasmal de velas negras. A su vez, también disponemos de la interesante historia del capitán del Libera Nos, en el siglo XVII. Bernard Fockke gobernaba un barco asombrosamente rápido. Todos los marinos envidiaban su habilidad como navegante, puesto que realizaba las travesías de Holanda a Java en muy poco tiempo.

Otro aspecto que llamaba la atención en él, era su asombrosa fealdad y su mal carácter, de ahí que se rumoreaba que el capitán Fockke, en realidad, había hecho un pacto con el Diablo. Le había dado un navío rápido y la habilidad para gobernarlo. A cambio, le había robado su atractivo… Y su felicidad.


La leyenda del Holandés Errante se nutre de múltiples y fascinantes relatos. Tanto es así, que incluso el propio Wagner se sintió fascinado por esta historia. Para representarla, se basó en la obra teatral de  Edward Fitzball, en la cual, se añade un componente romántico: El holandés Errante dispone de un descanso cada cien años, momento en el que se le permite buscar a una mujer que desee compartir vida con él… Y con su maldición.

Version del Holandes para los Piratas del Caribe.


lunes, 16 de marzo de 2015


Inés era la hija de una familia gallega muy poderosa, la casa Castro. El príncipe Pedro I de Portugal (1320-1367) se enamoró ciegamente de Inés de Castro y llevados por la pasión se casaron secretamente sin que ni tan siquiera el padre de Pedro, el rey Alfonso IV lo supiera. A partir de entonces la vida de Inés y Pedro se convirtió en una de las historias de amor más trágicas y bellas de todos los tiempos.

Cuando Alfonso IV se enteró del casamiento de su hijo y temiendo posibles complicaciones políticas que se podían presentar por la enemistad de la familia de la joven con otras familias importantes, inventó cargos contra la joven, que fue juzgada, hallada culpable y decapitada.

Cómo era de esperar, el Príncipe Pedro I enfureció al enterarse de la noticia de la muerte de su amada y guiado por el odio a su padre y a todos los implicados en el asesinato comenzó una guerra civil que no terminó hasta la muerte del Rey en 1357.


La “resurrección” de Inés de Castro

Al alcanzar el trono, el ahora Rey Pedro I decidió desenterrar el cuerpo de su amada y arrancar el corazón a sus verdugos y a todas las personas implicadas en su asesinato. El cuerpo muerto de Inés fue colocado en un trono y coronado como Reina consorte. Se dice que todos los altos mandos y dignatarios del país tuvieron que rendirle pleitesía, besándole la mano y tratándola como si aun estuviera viva. Inés de Castro fue con toda probabilidad la única Reina que reinó muerta.


Es cierto que los investigadores no han podido corroborar con datos esta parte de la historia, pero es igual de cierto que se trata de una historia muy conocida entre los habitantes de Portugal que la pasaron de generación en generación.

Más tarde el Rey Pedro I celebró unos suntuosos funerales en recuerdo de su esposa y mando construir una tumba de mármol blanco con una figura de la reina coronada. Pedro ordenó antes de su propia muerte situar su sepultura justo enfrente de la de Inés haciendo que los pies de ambos se tocaran. Quería que su amada Inés fuera lo primero que viera el día de su resurrección.


Inspiración de cuentos y novelas

La historia de Inés y Pedro no pasó desapercibida para nadie y son cientos los cuentos y novelas que se inspiraron en el amor y la tragedia de esta pareja. Por ejemplo, el escritor Luis Vélez de Guevara se sirvió de esta historia para escribir su drama “Reinar después de morir” (1652).

viernes, 13 de marzo de 2015

El Clan de Sawney Bean

¿Has visto alguna vez la película de culto de Wes Craven Las Colinas Tienen Ojos (The Hills Have Eyes, 1977)? Es muy posible que sí, y de no ser la original, seguramente será una de las numerosas versiones más recientes.

El film muestra la escalofriante y desagradable historia de un grupo de caníbales deformes, quienes, al no conservar ningún rastro de humanidad, sobrevivían persiguiendo, atrapando y asesinando viajeros que se aventuraban a pasar cerca de ellos. Wes Craven se inspiró en la historia del escocés Alexander Sawney Bean para la creación de esta película. ¿Te atreves a seguir leyendo y descubrir los acontecimientos que rodean a este hombre?
Sawney Bean y su clan de 48 caníbales
 
Sawney Bean fue la cabeza de un clan de 48 personas, todos descendientes suyos, quienes fueron criados alejados de toda civilización, sin visitar nunca la ciudad o algún pueblo. Crecieron con la moral y costumbres que le inculcaban Sawney y su mujer, una pareja invadida por horripilantes pensamientos y sensaciones.
 
Canibalismo

Su familia se convirtió, entonces, en un clan que atrapaba, robaba y asesinaba a individuos o grupos pequeños que viajaban cerca de su territorio, para luego llevar los cuerpos de los desafortunados a su cueva, donde eran desmembrados, conservados en vinagre y comidos.
El inicio del clan

La historia de Sawney Bean nace alrededor del año 1500 en East Lothian en Escocia. A pesar de tener un padre con un trabajo digno cortando arbustos y cavando zanjas, Sawney se entregó a sus instintos y decidió marcharse de su hogar con una mujer que compartía su forma de pensar.

Sawney Bean
La pareja se resguardó de las inclemencias del tiempo en una cueva de 180 metros de largo, donde vivieron ocultos por 25 años, mientras traían al mundo ocho hijos y seis hijas, quienes por medio de la endogamia, dieron vida a 18 nietos y 14 nietas. Para sobrevivir optaron por el camino fácil y hostil, donde emboscaban a grupos pequeños de viajeros.

Rumores, búsqueda y captura

En los pueblos vecinos corrían rumores de caminos embrujados, donde los transeúntes desaparecían, pero al encontrar miembros humanos en las orillas del mar y al aumentar el número de desapariciones se lanzaron múltiples búsquedas organizadas. Debido a la sed de justicia, muchos inocentes fueron culpados, linchados y hasta colgados; los encargados de posadas eran las víctimas más frecuentes, dado que eran generalmente los últimos en haber visto con vida a los desaparecidos. Una de las búsquedas los hizo fijarse en la cueva del clan de Sawney, pero al considerarla inhabitable por seres humanos, no se extendió la búsqueda a su interior.

El Clan de Sawney Bean
En una de tantas cacerías, el clan tuvo como objetivo a una pareja casada que montaban en el mismo caballo. El hombre era hábil en combate y en el uso de la espada y pistola, lo que complicó la tarea del clan, su esposa fue atrapada y cruelmente golpeada durante el ataque, con un final fatal. Antes de que el clan pudiera asirse con el hombre también, un grupo de personas apareció en el horizonte y lo rescató.

El rey James VI de Escocia fue informado de la existencia de los Bean, así que decidió enviar a un equipo de 400 hombres y sabuesos en su búsqueda, a la cueva que anteriormente habían decidido ignorar. Los rastros de actos caníbales y asesinatos atiborraban el lugar, y el clan fue finalmente atrapado, con todos sus miembros con vida.
 
El final del Clan de Sawney Bean

El clan se tomó en custodia en la cárcel de Tolbooth en Edimburgo, luego trasladado a Leith, o Glasgow, donde fueron ejecutados sin derecho a juicio. A los varones se les cortó sus genitales, manos y pies, y fueron dejados desangrándose hasta su muerte, a las mujeres y niños se les permitió ver la ejecución de los primeros, para luego ser quemados vivos.

Origen y veracidad de la historia de Sawney Bean

La historia de los crímenes y ejecución del clan de caníbales de Alexander Sawney Bean apareció por primera vez en “The Newgate Calendar”, el cual era un libro donde se publicaban las transgresiones de criminales y su respectivo castigo. El libro, que fue publicado entre 1740 y 1850, era fácil de encontrar en hogares y su lectura era recomendada a los niños y jóvenes, ya que se creía que inculcaba buenas costumbres a través del miedo y sanción.


jueves, 12 de marzo de 2015

Las espadas de Damasco

Fue durante las Cruzadas, cuando el misterio de las espadas de Damasco hizo acto de presencia en medio de los campos de batalla. ¿De dónde habían salido? Los caballeros cristianos no acababan de comprender qué tipo de armas usaban las huestes sarracenas, tal era su fortaleza y el impacto de las heridas que causaban, que, en ocasiones, se llegaba a pensar que el mismo Lucifer las había forjado en su fragua.

Dice la leyenda, que “podían cortar un velo de seda en el aire o partir una piedra sin que apareciera un sola muesca en su filo”. ¿Cómo podía ser? ¿Quién las había creado? Hoy en día, las espadas de Damasco han dejado su testimonio en los cuchillos elaborados con el llamado “acero damasquino”. Este sigue considerándose un material excepcional y de dureza casi eterna. Una historia originada en un pasado lleno de misticismo, que ha forjado su brillante leyenda.


El origen de las espadas de Damasco

La verdad es que el origen de las espadas de Damasco va un poco más atrás de las propias Cruzadas, pero fue en ese momento cuando emergió su fama y su leyenda. Los caballeros cristianos solían decir de ellas que eran forjadas al rojo vivo y después, templadas en el cuerpo de prisioneros valientes y de gran fortaleza, para así, “captar su espíritu”.

Las espadas de Damasco eran muy temidas. Eran capaces de partir a un hombre en dos, apenas pesaban y sus filos nunca se dañaban. Ningún europeo conocía el origen de aquella arma sagaz y mortífera. En más de una ocasión llegaron a hacer prisionero a algún herrero sirio, pero éstos, preferían morir antes que revelar la técnica con la que elaboraban el acero damasquino. El misterio se convirtió en leyenda, y más tarde en mito.

Aunque, en realidad, detrás de la leyenda y el misterio se tejía toda una historia mucho más compleja e interesante. Bien es cierto que fue durante las Cruzadas cuando las espadas de Damasco salieron a la luz en los campos de batalla, pero en realidad, se sabe que en la India venían forjando un material muy parecido desde el año 300 a.C. Según numerosos estudios e investigaciones, en Sri Lanka desarrollaron una técnica tan compleja como fascinante en la cual, se añadía vidrio al hierro fundido mientras se calentaba con carbón vegetal. Lo que hacía el vidrio era conseguir que las impurezas acendieran hacia la superficie mientras el hierro se enfriaba.

Más tarde, esta técnica fue llevada a zonas de Oriente Medio, donde los fundidores solían mezclar el mineral de hierro con madera, hojas y carbón en un tipo de hornos muy especiales, que alcanzaban temperaturas de 1.200 grados. Era entonces cuando este mineral se fundía con el carbón, consiguiendo que el hierro tuviera una aleación muy especial. Pero el proceso no terminaba aquí, sino que volvían a fundirlo para crear una especie de pasta o “discos wootz” que, posteriormente, eran exportados a otros países para forjar las armas.

Una vez llegado a su destino, los herreros calentaban los discos wootz hasta unos 650 u 850ºC  (una temperatura relativamente baja) para darles forma nuevamente, y así, forjar las espadas. Lo que las distinguía de las clásicas espadas cristianas era que aquellas, estaban elaboradas con un acero en el que había muy poco carbono.

Por su parte, las magníficas espadas de Damasco, disponían de un hierro muy rico en carbono, y además, en las ultimas fases de forja, la temperatura con la que trabajaban era relativamente baja, perfecto para que el hierro admitiese el máximo carbono, permitiendo a su vez, que el cristal dejara emerger las impurezas de otros metales como el wolframio. De ahí, que si a día de hoy tienes la suerte de ver una espada de Damasco o de adquirir un cuchillo de acero damasquino, verás un veteado muy llamativo y característico.

Fascinante. La leyenda de las espadas de Damasco estuvo presente durante mucho tiempo con un magnífico halo de misterio, hasta que la ciencia y la insaciable curiosidad humana develaron ese simple proceso que tanto temor suscitó entre los cruzados.


martes, 10 de marzo de 2015

Todo comienza durante el viaje del galeón desde Texel, puerto holandés del que partió el 28 de octubre de 1628 con destino a la capital de Java (Batavia por entonces, hoy Yakarta). El Batavia era un barco de tres palos nuevecito y cargado de oro y riquezas con destino a las Indias holandesas para comprar especias.

La Compañía de las Indias Orientales (Vereenigde Oostindische Compagnie, conocida por las siglas VOC) era una institución muy poderosa en Holanda, con su propia jerarquía, ejército y diplomacia para imponer con sentido práctico la lógica del comercio que tanto hizo progresar a los holandeses. Tan poderosa era que el mercader al mando, el sobrecargo, podía sobre el capitán en estos buques, a pesar de no tener conocimientos náuticos.

Para la compañía era vital esa jerarquía que todo lo supeditaba al comercio. Y en el Batavia, para desgracia de todos los embarcados, el sobrecargo Francisco Pelsaert y el capitán Ariaen Jacobsz se llevaban a matar.

El motin

Primero pugnaron por una mujer, Lucretia van der Mijlen, adinerada dama que se situó en el centro de esta tormenta de pasiones. Una noche fue asaltada de forma humillante. La intriga se convirtió en un motín latente que cada día hacía más peligrosa la navegación.

El capitán no se conforma y seduce a una criada de Lucretia, llamada Zwaantie, con la que escandaliza a su superior mientras no rehúye la confrontación. Pero en estos amores compite también con otro hombre, un boticario llamado Jeronimus Cornelisz, que sin embargo trata de sacar ventaja reclutando fieles para el capitán contra el sobrecargo.
Lucretia van der Mijlen

Tal vez ese motín habría estallado si no llega a ser por que se produjo el naufragio.

La ruta sorteaba los territorios prohibidos por la Corona española a los buques holandeses, como el Cabo de Hornos o el Estrecho de Magallanes. Un error de cálculo del capitán Jacobsz llevó demasiado al este al Batavia, después de pasar Ciudad del Cabo y le llevó directo a los arrecifes de los Houtman Abrolhos, junto a la costa australiana, el 4 de junio de 1629 a las cinco de la madrugada.

Galeón de tres palos (Batavia)
El impacto tiró al capitán de su cama. Inmediatamente trataron de aligerar la nave sin resultado ninguno, tiraron los cañones, cortaron el palo mayor... El barco no se movía.
Las 341 personas embarcadas, incluidos 38 pasajeros, que habían soportado las tensiones de un motín en ciernes, entraban sin saberlo en un infierno miserable.

Dos botes llevaron a 180 personas, entre ellas 30 mujeres y niños, al islote más cercano. En el barco embarrancado se quedaron unos 70 hombres, casi todos soldados, emborrachándose para mitigar su pánico, porque no sabían nadar.

El capitán Ariaen Jacobsz y algunos hombres, en realidad los mejores de la tripulación, decidieron intentar navegar hacia Java, a unas 1.500 millas, para pedir ayuda. El sobrecargo, que desconfiaba del capitán, decidió acompañarles. Las provisiones a esas alturas no daban para sobrevivir tantas personas durante mucho tiempo.

El galeón aguantó 9 días encallado en mitad del vaivén de la marea y de los 70 hombres que permanecieron a bordo sobrevivieron apenas dos docenas. Entre ellos el boticario.

Cuando decidió irse al islote estuvo a punto de morir ahogado. Llegado a la isla, sin embargo, era el único hombre con estudios y dotado de cierta elocuencia. Por eso Jeronimus Cornelisz asumió el liderazgo. Y decidió reinar sobre la desolación.
Jeronimus Cornelisz

Se inicia un infierno

Dominó enseguida los víveres, las armas y los equipajes, dejando a una masa que se mostró muy sensible a su elocuencia, en condiciones lamentables. El siguiente paso fue enviar al último grupo de soldados que quedaba en el islote a explorar otras islas, con lo cual se los quitaba del medio.

Tuvo la mala suerte de que encontraron agua e hicieron señales de humo para anunciarlo.
A los desterrados en el peñasco que trataron de partir hacia la nueva isla los asaltó y destruyó.La violencia y el crimen se convirtieron en algo sistemático.

Le gustaba el poder que su terror ejercía sobre los demás. Llegó a organizar violaciones de las mujeres y obligar a las supervivientes al concubinato con sus hombres.

Predicador Gijsbert Bastiaensz

Por entonces invitó a cenar al predicador Gijsbert Bastiaensz, que viajaba con su esposa, siete hijos y una criada. El religioso creyó que era la oportunidad de pedirle un trato más humano a los náufragos.

Cornelisz se mostró optimista y afable, como un perfecto anfitrión del predicador y su esposa. Secretamente, ordenó a sus sicarios asesinar durante la cena a los hijos de ambos. A seis de ellos les partieron la cabeza con un hacha y mataron a la criada con una daga.

La hija que dejaron con vida fue obligada a amancebarse con su lugarteniente. La esposa del predicador fue asesinada poco después.

Jeronimus Cornelisz, el boticario psicopata

Niños ahogados, gente degollada, adolescentes decapitados como experimento con espadas que no cortaban el cuello de un solo tajo. Se le considera responsable directo de 130 asesinatos.

Mientras él reducía los hombres bajo su mando, o lanzaba incursiones a rematar a los pocos que quedaban en pie en los peñascos vecinos, los soldados llegados al islote más lejano, el grupo liderado por Wiebbe Hayes, eran cada vez más numerosos y más fuertes.

A su isla llegaban cuantos querían escapar del terror aferrados a un tablón o cualquier tipo de balsa. A finales de julio trató de lanzar el ataque definitivo contra Hayes y sus hombres. Pero fue repelido.

Seguía matando en su propio dominio, así que el 20 de agosto ya solo le quedaban 36 hombres y a Hayes le seguía ya medio centenar. En septiembre, al llegar el final de su tiránico reino, le quedaban solo 20.

Trató de engañar a sus adversarios con añagazas, emboscadas y triquiñuelas, pero Hayes y sus hombres resistieron los ataques, hasta que en uno de ellos, el propio Cornelisz es hecho prisionero.

Durante el siguiente ataque, a primeros de septiembre, que sus fieles realizaron bajo el mando de un nuevo jefe, el joven Wouter Loos, aparece en el horizonte la vela del barco que trae de vuelta al capitán, cuyo viaje había sido un éxito y regresaba con ayuda y potestad para impartir justicia.

Durante el juicio que siguió, Jeronimus Cornelisz culpó de sus crímenes a sus compinches, pero no le valió de nada. El 3 de octubre eran ajusticiados él y los principales culpables, demasiado tarde para las víctimas del infierno desatado por el boticario psicópata en un islote pelado.

Les cortaron las manos y les ahorcaron después. El boticario tuvo un final especialmente duro, pues intentó suicidarse con veneno infructuosamente y solo consiguió pasar su última noche en la tierra entre vómitos y diarreas. Visto el daño que causó y la crueldad que desplegó sobre sus inocentes semejantes, no parece un final inmerecido.


Isla de Foca en la actualidad
El resto de los asesinos recibió justicia antes de que acabara el año, pero no en la isla de Focas, como Cornelisz, sino en Batavia, donde esperaba la horca a 5 de ellos y torturas y desmembramientos a los demás.

La historia, ya entonces, corrió por Europa como la pólvora y sacudió las conciencias de la gente civilizada. Tan solo la arqueología puede hoy en día rescatar del olvido un episodio tan funesto, digno de figurar en historia universal de la infamia. En los restos que hoy se estudian, en el origen y dieta de las víctimas están algunas claves para entender bien el episodio, la importancia de la ruta que seguía el Batavia y extraer algunas lecciones del pasado.

Decubriendo que no se trata de una leyenda

El pasado 4 de febrero, los arqueólogos de la Universidad de Australia anunciaron el hallazgo de una tumba relacionada con aquel episodio de crímenes sistemáticos que ha inspirado libros, películas y hasta una ópera y hace un par de días se supo que habían aparecido dos nuevos esqueletos.

El último ha sido el undécimo que aparece en Beacon Island, que es como se llama el pequeño islote de poco más de 400 metros en medio de un sistema de arrecifes muy peligroso para la navegación en el que se produjo esta orgía de sangre y torturas.

El esqueleto encontrado a primeros de febrero pertenecía a un adolescente. Dos proyectiles de mosquete se hallaron junto a los huesos.