jueves, 9 de abril de 2015

Virginia Oldoni, Condesa de Castiglione, nacida en Florencia en 1837 y fallecida en 1899, fue considerada la mujer más bella del mundo tanto por su espectacular físico, como por su extravagante y elegante forma de vestir. Casada a los 17 años, a los 19 pasó a ser la amante de Napoleón III y consiguió que el emperador apoyase la causa de la reunificación italiana. Esta relación le otorgó una situación de poder, pero también un aura de escándalo que la condujo al divorcio y a vivir una vida llena de amantes, lujos e intrigas. Se la apodó también como “La Perla de Italia” o “La mujer del sexo de oro imperial”.




Alfonso XII
Los juegos del amor y los celos

Según cuenta la leyenda, cuando contaba cerca de 40 años tuvo como amante un jovencísimo Alfonso XII, entonces sólo Alfonso de Borbón (1857-1885), pretendiente al trono español. Cuando en 1874 es proclamado rey, entonces con tan sólo 17 años, ya estaba en relaciones con su prima-hermana María de las Mercedes de Orleáns (1860-1878).

María de las Mercedes
Siguiendo la costumbre de la época, Alfonso había elegido una prometida con la que casarse entre las lista de jóvenes aristócratas y princesas de su ámbito relacional, al tiempo que mantenía varias amantes. Aunque la joven María de las Mercedes no era la candidata ideal para su madre, la reina Isabel II, los jóvenes terminaron casándose el 23 de enero de 1878 en la basílica de Atocha. Al enterarse la condesa de Castiglione y ver finalizada la historia de amor y pasión que tenía con Alfonso, decidió vengarse enviándoles un envenenado regalo de boda: un misterioso y bello ópalo que mandó maldecir y engastar en un anillo de oro.

El anillo maldito de Alfonso XII

Los jóvenes recibieron el regalo de la Condesa de muy buen grado, especialmente Mercedes quien conminó a su esposo a aceptar el regalo y pronto comenzó a lucirlo en su mano. Una maldición caía sobre el matrimonio, dos jóvenes ya de por sí supersticiosos y con una historia de premoniciones y profecías detrás. A ella, a María de las Mercedes, le había leído la mano una gitana en Sevilla anunciándole que se casaría con un rey, para después salir huyendo al quedar asustada por el resto de presagios que veía en el futuro de la muchacha.

Virginia Oldoni
La historia está recogida en sus biografías y, de ser cierta, no se puede negar que causaría un fuerte impacto en la sensibilidad de una adolescente que ya había perdido a varios de sus hermanos y había padecido enfermedades como las viruelas o el sarampión, de gran mortandad en aquella época. De su carácter romántico deja constancia la anécdota de cómo ella misma le había predicho a Alfonso que algún día él sería rey y entraría en Madrid en un caballo blanco.

4 damas y un anillo: la muerte ronda al Rey

Sea como fuere, la pobre Mercedes falleció al poco de casarse, el 26 de junio de 1878. Según unas versiones la jóven reina había fallecido de un tifus, mientras otras versiones señalan que fue como consecuencia de un legrado que se le había realizado mal tras sufrir un aborto. La suya fue la primera de un rosario de muertes repentinas que la leyenda atribuye a la maldición del anillo.

Virginia Oldoni
Tras María de las Mercedes, y tan sólo pasados dos meses, falleció la abuela de ambos, María Cristina de Borbón Dos Sicilias, a quién Alfonso había cedido el anillo de la difunta. Será entonces la cuñada de Alfonso, hermana de Mercedes, la princesa María Cristina Francisca de Orleans, quien herede el anillo. Su suerte también será fatal y fallecerá el 28 de abril de 1879 por tuberculosis.

La mala suerte rondaba por lo pasillos de palacio y no habría de ser la última de las muertes. La Infanta María del Pilar, hermana pequeña del rey, le pide entonces el anillo y poco después, el 5 de agosto de 1879, también fallece mientras tomaba las aguas en el Balneario de Escoriaza, Gipuzkoa. La historia oficial señala que la causa de su fallecimiento fue una menigitis tuberculosa.

La muerte del Rey Alfonso XII y el fin de la maldición

Alfonso XII y Cristina
El rey, receloso de aquel maldito anillo, decide entonces quedárselo y lucirlo él, aunque otras versiones cuentan que lo guardó en su joyero con sus gemelos y pasadores. Unos los más tarde, en 1885, Alfonso XII moriría de tuberculosis, dejando a viuda a su segunda esposa, María Cristina de Austria-Lorena, y tres hijos huérfanos, dos infantas y el futuro Alfonso XIII, aún en el seno de su madre.

El peso de estas cinco muertes llevó a María Cristina a llevar a bendecir el anillo y reformarlo como colgante para la Virgen de Nuestra Señora de la Almudena. El mismo Alfonso XII antes de morir le había referido la mala suerte que traía aquella joya y le había advertido que nadie se atreviera a usarlo.

La leyenda también cuenta que este ópalo ya lo había lucido con anterioridad la propia Condesa de Castiglione. La bella condesa había acudido al palacio de Napaleón III vestida con un lujoso vestido semitransparente ocultando sus partes con un corazón enjoyado con este extraordinario ópalo. La emperatriz, la española Eugenia de Montijo, al ver a la amante de su esposo engalanada de esa manera habría dicho de ella: ¡Que bella joya, pero que bajo tiene el corazón!

Esta es la leyenda del anillo maldito de Alfonso XII. En la época se dio crédito a la maldición y la superstición convirtió a esta joya en un objeto maldito y odiado. La historia oficial nos lleva por otros derroteros. Las enfermedades infecciosas provocaron una gran mortandad entre todas las clases sociales y las sucesivas muertes acaecidas en el entorno de Alfonso XII, incluída la suya, obedecieron a la facilidad del contagio y a las pocas y malas condiciones higiénicas propias de la época. La perviviencia de una mentalidad supersticiosa, los celos y la pasión hicieron el resto.

Virginia Oldoni, posando para una foto de estudio