martes, 24 de febrero de 2015

El 27 de octubre de 1782 nació en Génova una de las figuras más emblemáticas de la música clásica, se trataba de Niccolo Paganini. Su singular personalidad, su especial talento musical y la leyenda que giró en torno a su figura han sido el origen de, al menos, 30 estudios biográficos.

La leyenda empieza a los 5 años, parece ser que en una de las ensoñaciones de su madre aparece el demonio y le comunica que su hijo Niccolo será un famoso violinista, a partir de ese momento su padre le obligó a practicar diariamente al menos 10 horas.

Fue un niño prodigio, su padre le envió al maestro Alessandro Rolla para que le enseñara el arte musical, pero éste, tras escuchar un concierto del pequeño, no pudo por menos que decirle: “... no tengo nada que enseñarte”.
 
A los 41 años dio un concierto en La Scala, que siguió de once más durante las seis semanas siguientes, viajó por gran número de ciudades europeas ofreciendo numerosos conciertos; cuando su fama alcanzó la cima, incrementó sus honorarios en cuatro o cinco veces, lo cual le generó una fama de avaro, que no es del todo exacta, pues en cierta ocasión extendió un cheque a Berlioz, a quien acababa de conocer, por valor de veinte mil francos, para ayudarle a salir de su penuria económica.
A pesar de la gran fortuna que consiguió amasar en pocos años, continuó vistiendo con pantalones negros y abrigos largos y deshilachados, lo cual dio origen a un perfil inconfundible.

Era tan extraordinaria su habilidad con el violín que corría la leyenda que la había alcanzado por medios no naturales, se rumoreaba que en cierta ocasión había matado a un rival, siendo condenado por ello a presidio y que allí había vendido su alma al diablo a cambio de conseguir estas dotes tan portentosas.

Esta leyenda guarda un gran paralelismo con Mefistófeles, uno de los personajes de Fausto, creación del genial Goethe. Otra leyenda afirmaba que hallándose encarcelado, por haber matado a su amante, interpretó bellas composiciones en su celda con tan sólo una cuerda de su “Guarneri”, por habérsele roto las tres restantes, complejos fragmentos violinísticos.

A pesar de ser “feo, descuidado y trasudado”, como lo describe uno de los críticos de la época, su fuerte personalidad atrajo a numerosas damas, entre sus amantes figuran Paulina y Elisa, las hermanas del emperador Napoleón Bonaparte, y bailarinas como Antonia Bianchi, que fue madre de su hijo Aquiles

Su dedicación musical llevó siempre pareja su vida pendenciera y alocada y una afición por el juego que rozaba la ludopatía, se cuenta que en varias ocasiones llegó a apostar su preciado violín.
Pocos músicos han causado tanto furor en su vida y han llevado a cabo un dominio de la técnica como lo hizo Paganini, a ello contribuyó enormemente su gran flexibilidad articular, el Dr. Bennati lo atendió durante años e informó de algunos detalles de gran interés:

“... su mano tiene una gran elasticidad, al igual que su hombro y su codo...”


observó que cuando tocaba su codo cruzaba por encima del otro codo; la flexibilidad de Paganini era tan grande que la uña del dedo pulgar llegaba a tocar el dorso de su mano, esta hiperlaxitud le permitía tocar tres octavas con poco esfuerzo. Se sabe que voluntariamente podía flexionar lateralmente la articulación de sus falanges distales; en varias ocasiones fue preguntado acerca de su mágico secreto, a lo cual el genial compositor siempre respondía que lo revelaría cuando se retirara, desgraciadamente se llevó tan codiciado secreto con él, sin duda sus prodigiosas dotes interpretativas se debieron a un trastorno del tejido conectivo.

Sus contemporáneos lo describen como un ser cadavérico, de ojos negros, piel blanca como la cera, pelo largo y negro, nariz prominente y estatura media; la coloración de la piel adoptaría, algunos años después, un tinte gris plateado, debido al tratamiento mercurial que recibió para la sífilis. Dicho tratamiento también fue el responsable de la pérdida de las piezas dentarias y de las molestias estomacales que acompañaron al compositor a lo largo de sus últimos años.

El síndrome de Marfan es el trastorno más frecuente del tejido conectivo, caracterizado por una alteración del metabolismo del colágeno, entre sus manifestaciones musculoesqueléticas se encuentran la aracnodactilia, la desproporción esquelética y una elevada estatura. Como ya hemos citado, Paganini era de estatura mediana, en cuanto a la aracnodactilia, en el Museo del Conservatorio de París se guarda un molde de la mano de Paganini, el cual es de forma y dimensiones normales, su dedo índice mide 10.1 cm y su dedo pulgar, en extensión, 6.7 cm. Estos hechos hacen poco probable que el compositor sufriera una enfermedad de Marfan.

Paganini por Eugène Delacroix
El síndrome de Ehlers-Danlos se caracteriza por existir laxitud e hipermovilidad articular, con mayor capacidad de estiramiento, características que poseía Paganini. Este síndrome comprende, al menos, 11 tipos diferentes, dado que Paganini vivió durante 58 años, es poco probable que presentase el tipo IV, caracterizado por acortamiento de la longevidad y por presentar menor extensibilidad. Probablemente el músico italiano sufrió un tipo III, caracterizado por ser benigno y porque la gran laxitud articular no se suele acompañar de excesivas deformidades esqueléticas.
De forma gradual fue perdiendo su voz y permaneció afónico durante los dos últimos años de su vida, entre los diagnósticos diferenciales se barajan la laringitis tuberculosa y la lesión del nervio recurrente secundaria a un aneurisma aórtico; en cualquier caso, falleció en Niza el 27 de mayo de 1840.

La fama de endemoniado persiguió a Paganini hasta la muerte, pues el obispo de Niza le negó sepultura eclesiástica, al haberse negado a recibir la Extremaunción los días previos a su fallecimiento por pensar que todavía no había llegado su hora. Su cuerpo fue embalsamado durante dos largos meses y posteriormente, por espacio de un año, fue depositado en el sótano de la casa de su hijo, finalmente fue enterrado en el lazareto de Villefranche, pero aquí no terminaría la peregrinación, ya que años después sería trasladado a otros cementerios, hasta alcanzar el de Parma, en donde reposa actualmente.

El excentricismo de Paganini y su “endiablada” habilidad propiciaron que muriera sin fundar ninguna escuela musical.  

Su leyenda

Estaba Paganini dando un concierto en el que, como siempre, deleitaba a su público. De su violín salían notas mágicas que hechizaban, cuando, de repente, un sonido seco, duro y terrible salió de entre las cuerdas de su violín…¡Una de ellas se había roto!…El director de orquesta paró, asustado y sin saber que hacer, la orquesta bajó los brazos y el público se paralizó…Paganini, sin embargo, continuó tocando, y aumentando la velocidad de sus dedos sustituyó con ánimo la cuerda que faltaba de manera que el concierto continuó, sin notarse en absoluto la ausencia de la cuerda…el público se animó, y el director de orquesta, aliviado, siguió dirigiendo…, hasta que otro ruido igual que el anterior rasgó el aire y paralizó de nuevo al director, a la orquesta y al público…¡No podía ser cierto!¡Otra cuerda se había roto! Era del todo punto imposible seguir tocando, pero el único que no pensaba así era Paganini, y aumentando la ligereza de sus movimientos  arriba y abajo en el traste del violín y totalmente concentrado y fundido en él, logró continuar tocando sin dejar una nota olvidada….El público murmuró de admiración, el director también, y la orquesta, entusiasmada continuó acompañando al genio….Pero de nuevo algo interrumpió la cascada mágica de notas….¡Una tercera cuerda acababa de 
 romperse!………..Definitivamente el director de orquesta se derrumbó, la orquesta paró y el público gimió un Oooooohhh! que hizo que el aire se volviera tan pesado como el plomo….excepto Paganini que , en un alarde de esfuerzo, genio, talento ý amor a su violín y al público, aceleró aún más la velocidad de sus dedos, manos, brazos y totalmente centrado en lo que hacía, consiguió acabar el concierto, entre la admiración ,el aplauso, y el reconocimiento no se sabe si al genio o al hombre, de manera que ese concierto, el que tuvo más pegas y dificultades, acabó siendo el mejor concierto de su vida