Hace unos años Se culmino la edición crítica de los rollos del Mar Muerto en una serie de carácter internacional formada por 37 volúmenes que contienen todos los manuscritos encontrados en las cuevas de Kirbeth Qumrán, a orillas del Mar Muerto, por un beduino en 1947.
Han pasado más de cincuenta y cinco años desde aquel descubrimiento. Un tiempo acompañado por una serie de misterios e intrigas que cada cierto tiempo invadían las páginas de los diarios y revistas de todo el mundo. Sin embargo la edición íntegra de todos los manuscritos en la colección “Descubrimientos del Desierto de Judá” publicada por la Universidad de Oxford, no cierra la página de las preguntas y las dudas que estos textos han ocasionado desde el momento de su hallazgo arqueológico. Todavía hoy quedan muchas cuestiones que merecen nuestra atención. Faltan muchas preguntas por resolver, argumentos que suscitan la curiosidad y determinados misterios celosamente silenciados por intereses que están por clarificar.
Uno de los documentos más inquietantes sigue siendo el famoso Rollo de Cobre (identificado con la sigla de 3Q15). Un texto sobre el que no dejan de aparecer nuevas interpretaciones que aventuran el lugar en el que fueron escondidos los tesoros del Templo de Jerusalén antes de ser incendiado y destruido por los romanos en los años 68-69.
El descubrimiento
El Rollo del Cobre fue descubierto en 1952 y publicado oficialmente diez años después por el polaco Jozeph Milik (Las pequeñas cuevas de Qumrán, en la serie “Descubrimientos del Desierto de Judá”, 1962). El rollo había sido encontrado en la cueva número tres junto a otros manuscritos escritos sobre pergamino. Al fondo, al final de la cueva había permanecido oculto durante casi dos mil años.
Aquel año, el mundo judío estaba celebrando el cuarto aniversario de la proclamación del Estado de Israel. En Jerusalén estaba el estudioso alemán Karl Georg Kuhn quien al analizar el texto se dio cuenta de la importancia de su contenido. El manuscrito describía los lugares en donde habían sido escondidos importantes tesoros de oro y plata.
Desde ese momento no han dejado de sucederse los investigadores -arqueólogos y filólogos- que se han sumergido en los misterios de este enigmático libro copiado sobre cobre. Estaba en juego recuperar uno de los mayores y más grandes descubrimientos arqueológicos de la historia de la humanidad, el gran tesoro del Templo de Jerusalén. En la actualidad el Rollo de Cobre se encuentra en Ammán, en el Museo Arqueológico de Jordania.
Escrito sobre cobre
El Rollo de Cobre -como se denominó desde el primer momento- es el único texto que no fue escrito sobre papiro o pergamino. El autor -o los autores- eligieron una plancha de cobre fino y puro (99 por ciento de cobre y 1 por ciento de estaño) con el fin de dejar constancia del itinerario para descubrir el lugar en donde fueron escondidos los tesoros del Templo. Los hombres de Qumrán, antes de su exterminio por parte de los romanos en el año 68-69, habían decidido esconder aquella información en una de las cuevas para proteger, de esta manera, la riqueza del judaísmo oficial y religioso de Jerusalén.
Aquellas planchas de cobre permanecieron casi dos mil años allí enterradas. La temperatura del suelo, el alto nivel de salinidad del ambiente (originado por la cercanía del Mar Muerto) y la oscuridad del lugar cerrado, fueron algunas de las razones que hicieron que aquellos cobres del siglo primero llegaran hasta nuestros días.
Desenrollar el manuscrito
Tras su descubrimiento, el misterio que escondía aquel escrito no fue desvelado hasta que, años después, un grupo de especialistas decidieran diseccionar en forma de lengüetas paralelas las tres planchas de cobre oxidadas unas sobre otras. Aquella era la única manera de poder desenrollar el manuscrito sin riesgo de fracturar y romper uno de los documentos más enigmáticos y a la vez emblemáticos de los textos del Mar Muerto.
Cuando el rollo fue diseccionado y las tres planchas de cobre abiertas en láminas, los paleógrafos apreciaron una caligrafía hebrea diferente a todas las que habían sido identificadas entre la colección de manuscritos en cuero y papiro. La dureza de los trazos y el estilo cuadrado de las letras era comprensible para quien, acostumbrado a escribir con pluma, se veía obligado a esculpir sobre un cobre. Este dato llevó a los investigadores a sostener la imposibilidad de datar el documento a través de la grafía como se estaba comenzando a hacer con el resto de los manuscritos.
Si bien no hay duda de que se trata de un documento escrito en hebreo, los especialistas reconocieron que se trataba de un hebreo coloquial -similar al arameo de la época- ciertamente anterior a la Misná. Un hebreo que podríamos definir como bárbaro, lleno de imprecisiones gramaticales y errores del copista. Hoy la mayoría de los investigadores consideran el Rollo de Cobre un documento anterior al año 68 del siglo I d.C.
Pero lo realmente importante de aquel descubrimiento estaba en el contenido de las palabras hebreas cinceladas: Largas listas de lugares en los que se describían los tesoros jamás imaginados. Las polémicas acababan de comenzar. ¿Nos encontrábamos ante el plano del tesoro del Templo? ¿Se trataba de un documento metafórico? ¿Eran correctos los nombres que allí se citaban? ¿Habría alguna clave para identificar cada uno de los lugares que aparecían en el texto? Las preguntas se sucedían una tras otra y los especialistas empezaron a dividirse en interpretaciones. La década de 1960 se convirtió en un sin fin de campañas de búsqueda de los tesoros del Rollo de Cobre.
A simple vista, misterioso y fantástico.
Todavía se estaba descifrando el texto cuando Jozeph Milik -nombrado editor oficial del manuscrito- se dispuso a aventurar las primeras interpretaciones de un documento a simple vista misterioso y fantástico. Milik analizó las cantidades descritas en los textos y llegó a la conclusión de que aquellas cifras eran demasiado grandes como para ser auténticas. Parecía imposible que tanta riqueza acumulada permaneciera escondida durante casi dos mil años sin haber sido descubierta. Milik intentó explicar el contenido del documento como una exageración fantasiosa de riquezas y tesoros incalculables. Pero en ningún momento fue capaz de explicar las razones por las que los hombres de Qumrán habían puesto por escrito aquel texto en un material diferente a los cueros y papiros utilizados en el resto de los manuscritos.
"Cuarenta y dos talentos se encuentran debajo de las escaleras en la salina ... Sesenta y cinco barras de oro se encuentran en la tercera terraza en la cueva de la antigua Casa Lavadoras ... Setenta kilos de plata están encerrados en recipientes de madera que se encuentran en la cisterna de una cámara de entierro en el patio de Matia. Quince codos desde la parte frontal de las puertas orientales, se encuentra una cisterna. Los diez talentos se encuentran en el canal de la cisterna ... Seis barras de plata se encuentran en el filo de la roca que está bajo el muro este de la cisterna. La entrada de la cisterna se encuentra bajo el gran umbral de piedra de pavimentación. Cavar cuatro codos en la esquina norte de la piscina que está al este de Kohlit. Habrá veintidós talentos de monedas de plata ". (DSS 3Q15, col. II, traducción de Hack y Carey.)
El plano de un tesoro imposible
El Rollo de Cobre contiene una lista de sesenta y cuatro lugares de tesoros escondidos. Es como el plano de un tesoro en donde primero se nombra un lugar geográfico -en todos los casos desconocido, a través de un nombre cifrado o en clave-, y después se describe la cantidad de riquezas escondidas y el método para sacarlas a la luz. En la mayoría de las ocasiones la descripción de las riquezas se refiere a objetos de oro y plata relacionados con la liturgia y las prácticas religiosas, un argumento que hizo que los primeros investigadores identificaran aquellas riquezas con los tesoros del Templo.
El fabuloso tesoro estaría compuesto por 4630 talentos de oro y plata. Aunque no hay unanimidad acerca de cuento pesaba un talento, – las estimaciones oscilan entre 1.1 Kg. y 3.4 Kg. – haciendo un calculo promedio se trataría de mas de diez toneladas. Lo enorme de esta cantidad y el hecho de que no se haya podido localizar ninguno de estos escondites, hace pensar a algunos investigadores que se trata de un tesoro ficticio. Otras hipótesis apuntan hacia que se trataría del tesoro del Templo. Teniendo en cuenta que la época en que se escribió este manuscrito fue bastante turbulenta, no seria extraño que el tesoro del Templo, o al menos una parte importante de él, se escondiera repartiéndolo por diversos lugares. Algunos datos del propio documento, avalarían esta hipótesis.
Si hiciéramos el cálculo de las riquezas que se describen en la obra estaríamos hablando de más de un centenar de toneladas de metales preciosos. Las preguntas, obviamente, no pueden esperar: ¿Se trata de un tesoro real?, ¿de dónde procedería tal cantidad de riquezas?, ¿por qué fueron escondidas?, ¿son, realmente, los tesoros del Templo? Algunos especialistas como el profesor español Florentino García Martínez afirman que a pesar de lo fabuloso de las cantidades se trata, con toda seguridad, de tesoros reales. Aunque advierte que es posible pensar que no hemos llegado aún a comprender exactamente el significado de las cantidades mencionadas (que pueden ser menos desmesuradas de lo que parecen), de la misma manera que muchos de los detalles de la geografía del rollo, como son los lugares en los que los tesoros habrían sido escondidos, que todavía no han sido identificados.
Encontrar el tesoro no es tarea fácil. Las direcciones son escritas como si el lector tendría un conocimiento íntimo de las oscuras referencias. Por ejemplo, considere la columna dos, versículos 1-3:
"En el pozo de la sal que se encuentra bajo los pasos:. Cuarenta y un talento de plata En la cueva de la habitación de la vieja lavadora, en la tercera terraza: sesenta y cinco lingotes de oro . " Sin un punto de partida, tales instrucciones no tienen sentido. Por otra parte, el tesoro puede estar siendo saqueado por los romanos hace dos mil años, y ahora puede ser cosa del pasado. Pero esto no ha detenido a los aficionados.
Hoy, mas de cincuenta años después del descubrimiento, seguimos sin conocer el contenido exacto de las palabras del Rollo de Cobre. Algunos de actuales investigadores restan importancia al manuscrito y lo identifican con un escrito metafórico, imaginario, incapaz de poder dar cuenta de semejantes riquezas. Otros, sin embargo, consideran el documento un texto cifrado del que no tenemos la clave para resolver, pero creen en la posibilidad futura de descubrir los lugares nombrados en el texto y los tesoros sepultados en algún lugar de la geografía del país de la Biblia.
La clave del Tesoro
Estas son las tres primeras descripciones que aparecen en el rollo:
”...en la ruina que hay en el valle de Acor, bajo las escaleras que van hacia el este, cuarenta codos al oeste hay un cofre de dinero y sus objetos, el peso de diecisiete talentos”
”En el monumento funerario en la tercera hilera cien lingotes de oro”
”En el gran aljibe del patio del “penstylion” (un patio pequeño) en un hueco del suelo tapado por el sedimento enfrente de la abertura superior novecientos talentos.”
El ultimo párrafo del manuscrito no es la descripción de un lugar donde hubiera algo enterrado, sino que dice lo siguiente:
”... un duplicado de este escrito y su explicación y sus medidas y el inventario preciso de todas una a una.”
Detrás de cada una de las siete primeras descripciones, figura un grupo de dos o tres letras griegas que no forman ninguna palabra ni abreviatura conocida. Este hecho enigmático, unido al texto del ultimo párrafo del manuscrito, hacen pensar que para encontrar el tesoro serian necesarios dos rollos, el de cobre encontrado, y un segundo que contendría la clave criptográfica necesaria para localizar la ubicación exacta de los escondites.
Como en los argumentos de intriga y aventura sólo en el último momento se desvela el misterio oculto. El investigador K. McCarter sostiene que hasta que no encontremos esa segunda copia no se podrán unir los dos textos y descifrar el código del documento. Mientras tanto el Rollo de Cobre seguirá durmiendo en las vitrinas de su museo en la capital jordana a la espera de que algún investigador o arqueólogo se inicie nuevamente en el entusiasmo por recuperar uno de los tesoros más grandes de la humanidad y por hacer renacer una aventura que -lejos de formar parte de la ficción literaria o de una película de Indiana Jones- pertenece a la historia de la arqueología, de la antigüedad y de la Biblia.
Han pasado más de cincuenta y cinco años desde aquel descubrimiento. Un tiempo acompañado por una serie de misterios e intrigas que cada cierto tiempo invadían las páginas de los diarios y revistas de todo el mundo. Sin embargo la edición íntegra de todos los manuscritos en la colección “Descubrimientos del Desierto de Judá” publicada por la Universidad de Oxford, no cierra la página de las preguntas y las dudas que estos textos han ocasionado desde el momento de su hallazgo arqueológico. Todavía hoy quedan muchas cuestiones que merecen nuestra atención. Faltan muchas preguntas por resolver, argumentos que suscitan la curiosidad y determinados misterios celosamente silenciados por intereses que están por clarificar.
Uno de los documentos más inquietantes sigue siendo el famoso Rollo de Cobre (identificado con la sigla de 3Q15). Un texto sobre el que no dejan de aparecer nuevas interpretaciones que aventuran el lugar en el que fueron escondidos los tesoros del Templo de Jerusalén antes de ser incendiado y destruido por los romanos en los años 68-69.
El descubrimiento
El Rollo del Cobre fue descubierto en 1952 y publicado oficialmente diez años después por el polaco Jozeph Milik (Las pequeñas cuevas de Qumrán, en la serie “Descubrimientos del Desierto de Judá”, 1962). El rollo había sido encontrado en la cueva número tres junto a otros manuscritos escritos sobre pergamino. Al fondo, al final de la cueva había permanecido oculto durante casi dos mil años.
Aquel año, el mundo judío estaba celebrando el cuarto aniversario de la proclamación del Estado de Israel. En Jerusalén estaba el estudioso alemán Karl Georg Kuhn quien al analizar el texto se dio cuenta de la importancia de su contenido. El manuscrito describía los lugares en donde habían sido escondidos importantes tesoros de oro y plata.
Desde ese momento no han dejado de sucederse los investigadores -arqueólogos y filólogos- que se han sumergido en los misterios de este enigmático libro copiado sobre cobre. Estaba en juego recuperar uno de los mayores y más grandes descubrimientos arqueológicos de la historia de la humanidad, el gran tesoro del Templo de Jerusalén. En la actualidad el Rollo de Cobre se encuentra en Ammán, en el Museo Arqueológico de Jordania.
Escrito sobre cobre
El Rollo de Cobre -como se denominó desde el primer momento- es el único texto que no fue escrito sobre papiro o pergamino. El autor -o los autores- eligieron una plancha de cobre fino y puro (99 por ciento de cobre y 1 por ciento de estaño) con el fin de dejar constancia del itinerario para descubrir el lugar en donde fueron escondidos los tesoros del Templo. Los hombres de Qumrán, antes de su exterminio por parte de los romanos en el año 68-69, habían decidido esconder aquella información en una de las cuevas para proteger, de esta manera, la riqueza del judaísmo oficial y religioso de Jerusalén.
Aquellas planchas de cobre permanecieron casi dos mil años allí enterradas. La temperatura del suelo, el alto nivel de salinidad del ambiente (originado por la cercanía del Mar Muerto) y la oscuridad del lugar cerrado, fueron algunas de las razones que hicieron que aquellos cobres del siglo primero llegaran hasta nuestros días.
Desenrollar el manuscrito
Tras su descubrimiento, el misterio que escondía aquel escrito no fue desvelado hasta que, años después, un grupo de especialistas decidieran diseccionar en forma de lengüetas paralelas las tres planchas de cobre oxidadas unas sobre otras. Aquella era la única manera de poder desenrollar el manuscrito sin riesgo de fracturar y romper uno de los documentos más enigmáticos y a la vez emblemáticos de los textos del Mar Muerto.
Cuando el rollo fue diseccionado y las tres planchas de cobre abiertas en láminas, los paleógrafos apreciaron una caligrafía hebrea diferente a todas las que habían sido identificadas entre la colección de manuscritos en cuero y papiro. La dureza de los trazos y el estilo cuadrado de las letras era comprensible para quien, acostumbrado a escribir con pluma, se veía obligado a esculpir sobre un cobre. Este dato llevó a los investigadores a sostener la imposibilidad de datar el documento a través de la grafía como se estaba comenzando a hacer con el resto de los manuscritos.
Si bien no hay duda de que se trata de un documento escrito en hebreo, los especialistas reconocieron que se trataba de un hebreo coloquial -similar al arameo de la época- ciertamente anterior a la Misná. Un hebreo que podríamos definir como bárbaro, lleno de imprecisiones gramaticales y errores del copista. Hoy la mayoría de los investigadores consideran el Rollo de Cobre un documento anterior al año 68 del siglo I d.C.
Pero lo realmente importante de aquel descubrimiento estaba en el contenido de las palabras hebreas cinceladas: Largas listas de lugares en los que se describían los tesoros jamás imaginados. Las polémicas acababan de comenzar. ¿Nos encontrábamos ante el plano del tesoro del Templo? ¿Se trataba de un documento metafórico? ¿Eran correctos los nombres que allí se citaban? ¿Habría alguna clave para identificar cada uno de los lugares que aparecían en el texto? Las preguntas se sucedían una tras otra y los especialistas empezaron a dividirse en interpretaciones. La década de 1960 se convirtió en un sin fin de campañas de búsqueda de los tesoros del Rollo de Cobre.
A simple vista, misterioso y fantástico.
Todavía se estaba descifrando el texto cuando Jozeph Milik -nombrado editor oficial del manuscrito- se dispuso a aventurar las primeras interpretaciones de un documento a simple vista misterioso y fantástico. Milik analizó las cantidades descritas en los textos y llegó a la conclusión de que aquellas cifras eran demasiado grandes como para ser auténticas. Parecía imposible que tanta riqueza acumulada permaneciera escondida durante casi dos mil años sin haber sido descubierta. Milik intentó explicar el contenido del documento como una exageración fantasiosa de riquezas y tesoros incalculables. Pero en ningún momento fue capaz de explicar las razones por las que los hombres de Qumrán habían puesto por escrito aquel texto en un material diferente a los cueros y papiros utilizados en el resto de los manuscritos.
"Cuarenta y dos talentos se encuentran debajo de las escaleras en la salina ... Sesenta y cinco barras de oro se encuentran en la tercera terraza en la cueva de la antigua Casa Lavadoras ... Setenta kilos de plata están encerrados en recipientes de madera que se encuentran en la cisterna de una cámara de entierro en el patio de Matia. Quince codos desde la parte frontal de las puertas orientales, se encuentra una cisterna. Los diez talentos se encuentran en el canal de la cisterna ... Seis barras de plata se encuentran en el filo de la roca que está bajo el muro este de la cisterna. La entrada de la cisterna se encuentra bajo el gran umbral de piedra de pavimentación. Cavar cuatro codos en la esquina norte de la piscina que está al este de Kohlit. Habrá veintidós talentos de monedas de plata ". (DSS 3Q15, col. II, traducción de Hack y Carey.)
El plano de un tesoro imposible
El Rollo de Cobre contiene una lista de sesenta y cuatro lugares de tesoros escondidos. Es como el plano de un tesoro en donde primero se nombra un lugar geográfico -en todos los casos desconocido, a través de un nombre cifrado o en clave-, y después se describe la cantidad de riquezas escondidas y el método para sacarlas a la luz. En la mayoría de las ocasiones la descripción de las riquezas se refiere a objetos de oro y plata relacionados con la liturgia y las prácticas religiosas, un argumento que hizo que los primeros investigadores identificaran aquellas riquezas con los tesoros del Templo.
El fabuloso tesoro estaría compuesto por 4630 talentos de oro y plata. Aunque no hay unanimidad acerca de cuento pesaba un talento, – las estimaciones oscilan entre 1.1 Kg. y 3.4 Kg. – haciendo un calculo promedio se trataría de mas de diez toneladas. Lo enorme de esta cantidad y el hecho de que no se haya podido localizar ninguno de estos escondites, hace pensar a algunos investigadores que se trata de un tesoro ficticio. Otras hipótesis apuntan hacia que se trataría del tesoro del Templo. Teniendo en cuenta que la época en que se escribió este manuscrito fue bastante turbulenta, no seria extraño que el tesoro del Templo, o al menos una parte importante de él, se escondiera repartiéndolo por diversos lugares. Algunos datos del propio documento, avalarían esta hipótesis.
Si hiciéramos el cálculo de las riquezas que se describen en la obra estaríamos hablando de más de un centenar de toneladas de metales preciosos. Las preguntas, obviamente, no pueden esperar: ¿Se trata de un tesoro real?, ¿de dónde procedería tal cantidad de riquezas?, ¿por qué fueron escondidas?, ¿son, realmente, los tesoros del Templo? Algunos especialistas como el profesor español Florentino García Martínez afirman que a pesar de lo fabuloso de las cantidades se trata, con toda seguridad, de tesoros reales. Aunque advierte que es posible pensar que no hemos llegado aún a comprender exactamente el significado de las cantidades mencionadas (que pueden ser menos desmesuradas de lo que parecen), de la misma manera que muchos de los detalles de la geografía del rollo, como son los lugares en los que los tesoros habrían sido escondidos, que todavía no han sido identificados.
Encontrar el tesoro no es tarea fácil. Las direcciones son escritas como si el lector tendría un conocimiento íntimo de las oscuras referencias. Por ejemplo, considere la columna dos, versículos 1-3:
"En el pozo de la sal que se encuentra bajo los pasos:. Cuarenta y un talento de plata En la cueva de la habitación de la vieja lavadora, en la tercera terraza: sesenta y cinco lingotes de oro . " Sin un punto de partida, tales instrucciones no tienen sentido. Por otra parte, el tesoro puede estar siendo saqueado por los romanos hace dos mil años, y ahora puede ser cosa del pasado. Pero esto no ha detenido a los aficionados.
Hoy, mas de cincuenta años después del descubrimiento, seguimos sin conocer el contenido exacto de las palabras del Rollo de Cobre. Algunos de actuales investigadores restan importancia al manuscrito y lo identifican con un escrito metafórico, imaginario, incapaz de poder dar cuenta de semejantes riquezas. Otros, sin embargo, consideran el documento un texto cifrado del que no tenemos la clave para resolver, pero creen en la posibilidad futura de descubrir los lugares nombrados en el texto y los tesoros sepultados en algún lugar de la geografía del país de la Biblia.
La clave del Tesoro
Estas son las tres primeras descripciones que aparecen en el rollo:
”...en la ruina que hay en el valle de Acor, bajo las escaleras que van hacia el este, cuarenta codos al oeste hay un cofre de dinero y sus objetos, el peso de diecisiete talentos”
”En el monumento funerario en la tercera hilera cien lingotes de oro”
”En el gran aljibe del patio del “penstylion” (un patio pequeño) en un hueco del suelo tapado por el sedimento enfrente de la abertura superior novecientos talentos.”
El ultimo párrafo del manuscrito no es la descripción de un lugar donde hubiera algo enterrado, sino que dice lo siguiente:
”... un duplicado de este escrito y su explicación y sus medidas y el inventario preciso de todas una a una.”
Detrás de cada una de las siete primeras descripciones, figura un grupo de dos o tres letras griegas que no forman ninguna palabra ni abreviatura conocida. Este hecho enigmático, unido al texto del ultimo párrafo del manuscrito, hacen pensar que para encontrar el tesoro serian necesarios dos rollos, el de cobre encontrado, y un segundo que contendría la clave criptográfica necesaria para localizar la ubicación exacta de los escondites.
Como en los argumentos de intriga y aventura sólo en el último momento se desvela el misterio oculto. El investigador K. McCarter sostiene que hasta que no encontremos esa segunda copia no se podrán unir los dos textos y descifrar el código del documento. Mientras tanto el Rollo de Cobre seguirá durmiendo en las vitrinas de su museo en la capital jordana a la espera de que algún investigador o arqueólogo se inicie nuevamente en el entusiasmo por recuperar uno de los tesoros más grandes de la humanidad y por hacer renacer una aventura que -lejos de formar parte de la ficción literaria o de una película de Indiana Jones- pertenece a la historia de la arqueología, de la antigüedad y de la Biblia.
El rollo 3Q15