viernes, 29 de noviembre de 2013

En Septiembre de 1961 un matrimonio americano afirmó haber sido llevado a bordo de un OVNI y examinado detenidamente por sus ocupantes. El relato de los hechos conmocionó, cinco años después, a todo el mundo occidental, y pronto comenzaron a salir a la luz casos similares que pusieron de relieve la existencia de una realidad hasta ese momento casi totalmente ignorada. Tras la experiencia del matrimonio Hill la ufología tuvo ante sí una nueva pieza por la que empezar a componer el gran rompecabezas de los OVNIs.

El caso de Betty y Barney Hill fue el primer caso de abducción en pareja de la era moderna de la ufología. El primer abducido fue Antonio Villas Boas el 15 de Octubre de 1957 en Minas Geraes, Brasil.

Al terminar la década de los cincuenta la historia moderna de los OVNIs parecía haber alcanzado su clímax. Los OVNIs ya no eran sólo aquellas luces difuminadas que se limitaban a surcar nuestra atmósfera, ni tampoco los, en general, elusivos extraterrestres de los primeros aterrizajes; por el contrario, nos encontrábamos en la avanzada fase de los «contactados», en lo que J. Allen Hynek denominó Encuentros Cercanos del Tercer Tipo. En definitiva, los extraterrestres habían entrado ya en contacto –aunque no necesariamente físico– con los terrestres y nosotros, impresionados por esos contactos de quienes considerábamos nuestros hermanos mayores del cosmos, esperábamos de ellos la solución a todos nuestros graves problemas.

Y fue entonces cuando ocurrió algo que cambió todas las expectativas; porque fue entonces cuando se conoció la experiencia del matrimonio Hill, un caso que, por sus características, obligó a Hynek a establecer una nueva y más próxima tipología de contacto. Y los denominó Encuentros Cercanos del Cuarto Tipo. Esto es, las llamadas «abducciones».

El caso Hill es, por tanto, el primer caso conocido de abducción y, con ser el primero, o precisamente por serlo, es también el más y mejor documentado. Y es, además, un caso realmente paradigmático, hasta el punto de que los posteriores casos de abducción parecieran haberlo tomado como modelo.

A Portsmouth Por La U.S.3

La noche del 19 al 20 de septiembre de 1961 el matrimonio norteamericano compuesto por Barney Hill y su esposa y Betty, en compañía de su perrita Delsey volvían en su Chevrolet Bel Air de pasar unas breves vacaciones en Canadá, cuya frontera con EE.UU. cruzaron pasadas las nueve de la noche. Querían llegar cuanto antes a su hogar de Portsmouth, en el estado de New Hampshire.

Tras tomar la autopista US3 en White Mountains, Betty avistó una luz bajo la Luna parecida a una estrella que aparentemente tenía movimiento. Barney sugirió que podría ser un satélite, pero el vehículo varias veces para que su esposa pueda ver el objeto con unos prismáticos de 7x 50.

Con Barney al volante y Betty observando con los prismáticos los movimientos del objeto, siguieron su trayecto. Pero la mujer creyó ver una hilera de ventanas y Barney, le comentó que podía ser un avión pequeño. El objeto cambió de dirección y haciendo una curva se dirigió hacia ellos. Se encontraban a algo más de tres kilómetros al norte de Woodstock cuando el ovni se desplazó frente al auto y voló hacia la derecha del camino. Barney Hill, ddetuvo el vehículo en el medio de la carretera, le quitó los prismáticos a su esposa, se bajó y salió del auto directamente hacia el objeto, que ahora se hallaba a la altura de la copa de los árboles. El Ovni con forma de plato se desplazó silenciosamente hacia la izquierda y se acercó de frente al auto detenido, su diámetro tenía la misma anchura que la distancia entre dos de los postes del teléfono a lo largo de la carretera y silenciosamente hizo una vuelta completa sobre la carretera, quedando sólo a unos treinta metros de distancia de ellos.

Entonces Barney sufrió un enorme shock porque a través de los prismáticos pudo distinguir unas ventanillas iluminadas a los costados de la nave, y detrás de ellas pudo ver el interior iluminado donde había entre cinco y once seres de aspecto humano con uniformes de color negro brillante que estaban ocupados conduciendo el aparato. Desde adentro del auto, Betty Hill podía oír a su esposo exclamando: "¡No lo puedo creer! ¡Esto es ridículo!”.

Los Hill dijeron que la nave se acercó tanto a ellos que cubrió el campo de visión de los prismáticos. Una de estas entidades se quedó observándolo detenidamente, con unos ojos que impactaron al testigo, entonces Barney volvió al auto en estado de histeria, según recordó su esposa, lo puso en marcha y se vieron sorprendidos por un extraño zumbido mientras que la perra Delsey, se puso a gemir casi histéricamente. Se alejaron por la ruta y llegaron a su casa a eso de las cinco de la madrugada del 20 de septiembre.

Extrañas pesadillas

Acordaron no contar nada para que no los tomen por locos pero, Betty como mujer, no pudo soportar mucho tiempo el secreto y ese mismo día llamó a su hermana Janet Millar para contarle su excitante experiencia. Janet le aconsejó a su hermana llamar a la base aérea de Pease, donde no le dieron importancia a la historia hasta que mencionaron que el presunto Ovni tenía unas aletas laterales provistas de luces rojas. Se puso entonces al teléfono el comandante Paul W. Henderson, quien fue recogiendo los datos que ella le daba. El mismo comandante volvió a ponerse en contacto al día siguiente con Barney, a quien pidió nuevos datos porque era quien había estado más cerca del “aparato”.

Un par de días después, Betty fue a la biblioteca y leyó el libro Flying saucer conspiracy, del mayor Donald Keyhoe, y poco a poco siguió leyendo otros libros sobre Ovnis y extraterrestres.

Unos diez días después del incidente, ella empezó a soñar todas las noches con una aterradora experiencia con un Ovni, en tanto que Barney sufría de insomnio y su úlcera de duodeno empeoró. Cuando trataba de revivir el hecho en su mente, Hill se sentía perturbado al advertir que no podía explicar todo lo que había sucedido en el lapso de las dos horas transcurrido desde el momento en que encontraron al ovni hasta el instante en que llegaron a su casa.

Betty Y Barney Hill
Las lecturas ufológicas incitaron a Betty a escribirle a las oficinas de Washington del NICAP (National Investigations Committee on Aerial Phenomena), que dirigía Donald Keyhoe, para contarle su avistamiento. El NICAP mandó a Walter Webb, profesor de Astronomía en el Planetario de Hayden de Boston e investigador de Ovnis local, quien entrevistó a los Hill por casi ocho horas el 21 de octubre de 1961, llegando a la conclusión de que “el incidente ocurrió tal como lo informaron, excepto algunos detalles técnicos”. Al mes siguiente, el 25 de Noviembre, los investigadores C.D. Jackson, destacado ingeniero electrónico y Robert Hohman, escritor especializado en temas científicos estuvieron casi doce horas con la familia, desde el mediodía hasta la medianoche. Fue una entrevista a cara de perro, casi policial. Fueron ellos quienes, además de hablarles de la posibilidad de que existiese vida en Alfa Centauro o Tau Ceti, notaron que el matrimonio había tardado dos horas más de lo previsto en llegar a su casa, sugiriendo un presunto “tiempo perdido”. También opinaron que las pesadillas de Betty tal vez reflejaban una abducción que explicaría las dos horas de retraso en su arribo a casa.

En 1963 consultaron a un eminente psiquiatra de la ciudad de Boston, Benjamin Simon, pues consideraba que el problema de Barney –y también el de Betty y sus pesadillas– sólo tenía una solución de orden psicoanalítico.

Betty Y Barney Hill
La primera consulta con Simon se realizó el 14 de diciembre de 1963, más de dos años después del incidente. El sábado 4 de enero de 1964 comenzaron las sesiones de hipnosis, a las cuales también acudió Betty, cuyo verdadero nombre era Eunice. Con la regresión hipnótica fue posible recuperar lo que su memoria consciente no recordaba. El Dr. Simon grabó las sesiones de los Hill donde había llantos angustiados, alaridos, terribles jadeos, silencios.

Betty y Barney desconocían lo que habían dicho bajo hipnosis, ya que el contenido de las cintas grabadas, el psiquiatra sólo les permitió escucharlo muchas semanas después, cuando estaba a punto de dar por terminado el tratamiento.

El secuestro

Después de oír esos zumbidos extraños, el motor del automóvil dejó de funcionar en un camino secundario. Allí aparecieron unos hombrecitos que los llevaron hacia el objeto volante que estaba descansando en las cercanías. Betty, corroborando futuras hipnosis de Barney, añadió que aquellos seres se lanzaron hacia ellos. Ella intentó huir, pero en el exterior, junto a la ventanilla del coche, impidiéndole el paso, estaba uno de ellos. Ambos narrando idénticas vivencias, explicaron que les sacaron del vehículo. A Barney, que parecía dormido, le llevaban arrastrando, sujetándole por los brazos.

Betty le grito a Barney que se despierte, y entonces, uno de los seres que iba al lado de ella, le dice: “¡Ah!¿De modo que se llama Barney?”.

Le sigue gritando una y otra vez: “¡Barney, Barney, despierta!”. Y el tripulante de la nave que le había hablado le dijo: “No tenga miedo, no tiene usted motivo alguno para asustarse, no les haremos el menor daño. Sólo queremos hacer ciertos experimentos. Y cuando los experimentos terminen les llevaremos a usted y a Barney al coche y les dejaremos en él”. El Dr. Simon le preguntó en que idioma le hablaba aquel ser y Betty dijo que “uno de ellos hablaba inglés; un inglés extraño, como el de un extranjero”.

Barney Hill recordó haber sido llevado por una rampa hacia el interior de la nave y de inmediato lo trasladaron a una habitación para someterlo a un examen.

“Podía sentir cómo me revisaban con sus manos... Miraron mi espalda, y los podía sentir tocando mi piel..., como si estuvieran contando mi columna vertebral... y luego me dieron vuelta, y de nuevo me revisaron. Me abrieron la boca, y yo podía sentir dos dedos que la cerraban. Después oí como si vinieran más hombres, y los podía sentir que se desplazaban por el costado de la mesa en que yo me encontraba. Algo me raspó con suavidad, como un palito contra mi brazo izquierdo. Y luego esos hombres se fueron. Al rato volvieron, me pusieron los zapatos, y pude bajar de la mesa. Pienso que me sentí bien porque supe que había terminado... Bajé por la rampa y abrí mis ojos y seguí caminando. Vi mi auto... y Betty venía caminando por la ruta, y luego abrió la puerta”.

Betty relató una historia similar sobre el examen físico, la pareja fue llevada a habitaciones distintas, y el que hablaba inglés le dijo que “les separaban porque sólo tenían aparatos para una persona en cada habitación”. Ambos fueron sometidos a la hoy clásica revisión médica, que incluyó cortes de pelo y uñas, revisión de genitales, introducción de rústicas y dolorosas agujas en el ombligo, examen de ojos, boca, dientes, garganta, nariz, extracción de cerumen, etcétera.

Entre otras cosas Betty dijo: No sé quienes son; creo que tal vez sea la tripulación... y entra otro hombre. No lo he visto antes. Creo que es un médico. Traen la máquina... es algo parecido a un microscopio, pero un microscopio con gran lente. Me dio la idea de que estaban tomando una fotografía de mi piel. Luego toman algo similar a un abrecartas, pero no lo era, y rasparon mi brazo aquí... había como un trozo de celofán o plástico, ellos rasparon y colocaron lo que sacaron en ese plástico”.

Betty le pidió al que parecía el “líder”, que hablaba un inglés con un acento que no fue capaz de identificar, una prueba de esta experiencia, quien amablemente le dio a escoger. Ella optó por un libro bastante grueso. “Y él me dijo que hojease el libro, y yo lo hice. Tenía páginas y estaban escritas. Pero la escritura era completamente distinta de todas las que conozco. Parecía casi como... no sé... la escritura no cruzaba la página, iba de arriba a abajo...”, expresó Betty durante la regresión.

También le preguntó de dónde procedían. El jefe a su vez le preguntó si ella sabía algo del universo, señalando un mapa de la pared. La mujer dijo que no, así que el jefe contestó que “si no sabe en qué lugar del mapa está, de poco le serviría que yo le dijese en cuál estoy yo”. Recuerda Betty que “había muchos puntos en él; estaban esparcidos por toda su superficie. Algunos eran pequeños como punzadas de alfiler. Y otros eran del tamaño de una moneda pequeña. Y había líneas, en algunos de los puntos. Eran líneas curvas que unían un punto con otro. Y había un gran círculo y muchas líneas que salían de él. Muchas líneas iban a otro círculo situado muy cerca, pero no tan grande. Y estas líneas eran gruesas. Y yo le pregunté qué querían decir y él me dijo que las líneas gruesas eran rutas comerciales y, luego, las otras líneas eran rutas hacia lugares adonde iban de cuando en cuando. Y me dijo también que las líneas de puntos seguidos eran rutas de expediciones...”

La conversación sobre el origen del extraterrestre fue interrumpida cuando uno de los tripulantes entró con la dentadura postiza de Barney, llamando la atención del jefe. También trataron de sacarle los dientes a Betty, quien les explicó que su esposo había perdido los dientes en un accidente y que por eso tenía unos postizos. Agregó que, cuando uno envejece, puede llegar a perder la dentadura. La explicación perturbó al líder quien no podía comprenderla. Betty intentó vanamente aclarar el concepto del envejecimiento.

Cuando ya estaban a punto de liberarlos, cuenta Betty que Barney estaba detrás de ella y tenía los ojos cerrados; y un hombre a cada lado. Y cuando ella ya empezaba a bajar la rampa, varios de los seres, no el jefe, sino algunos de los otros, se ponen a hablar. No sabe lo que están diciendo pero parecían muy excitados. Entonces el que parecía el jefe alienígena se le acercó y le quitó el preciado libro. Betty dijo haberse puesto furiosa. Aquel libro era su prueba de que había estado con seres de otros mundos. “Y él me dijo: Si, ya sé. Y precisamente porque es una prueba los otros no quieren. Quieren que olviden lo que ha ocurrido, que lo olviden por completo”, comentó Betty.

El aspecto físico de los seres según el relato realizado bajo hipnosis, Barney lo describió antes de que lo llevaran a la nave, a uno por su uniforme negro, como un nazi cuyos ojos lo dejaron congelado y a otro como un irlandés pelirrojo, que lo miraba “por encima del hombro”. Tras ser secuestrados, Betty está frente al “líder” y “el examinador”, ambos los describe como mongoloides, con ojos grandes y oblicuos y anchos rostros con una nariz prominente, aunque para su marido la nariz de estos estaba formada por simples orificios.

El mapa estelar

Un aspecto particular de la historia de los Hill ha ayudado a darle una cierta credibilidad ante muchos investigadores. Se trata del mapa de estrellas que Betty Hill dibujó en la consulta del doctor Simon, y que, dicho sea de paso, también había visto en sus sueños. El dibujo fue realizado por sugestión post-hipnótica, es decir, inmediatamente después de “despertar”. Consistía en una serie de puntos unidos por líneas, los cuales eran rutas comerciales y lugares a donde viajaban los presuntos extraterrestres que la abdujeron.




El relato del matrimonio Hill adquirió relevancia mundial al ser publicado en el diario de Boston “Herald Traveller” y en un libro de John G. Fuller El viaje interrumpido, publicado en 1966 y basado en las cintas de la hipnosis que le suministró el psiquiatra Benjamin Simon, quién ni lerdo ni perezoso compartía los derechos de autor con Fuller. También se hizo una película para televisión en 1975 titulada “The UFO Incident” y difundida por la cadena NBC.

La experiencia del matrimonio Hill, por sus características, obligó a J. Allen Hynek a establecer una nueva y más próxima tipología de contacto, denominándola Encuentros Cercanos del Cuarto Tipo o “abducciones”.

Barney, murió en 1969 por un derrame cerebral, y tras enviudar, Betty Hill se hizo asidua participante de congresos y encuentros sobre el fenómeno Ovni casi hasta su fallecimiento, víctima de cáncer el 17 de octubre de 2004 a los 85 años de edad.

Y por si todo este "tocho" os parece mucho. Teneis la version en pelicula. Se rodo hace un buen puñado de años, a causa de la transcendencia del caso. Asique no espereis unos efectos especiales del otro mundo.


The UFO Incident (1975)

TV Movie  -  92 min

Director: Richard A. Colla
Guion: Hesper Anderson , Jake Justiz
Interpretes: James Earl Jones, Estelle Parsons, Barnard Hughes