miércoles, 6 de noviembre de 2013


Cae el 14 de Julio de 1789 en París y con él la fortaleza conocida como la Bastilla. Los rebeldes entran por los pasillos de la prisión. Corren ansiosos, gritando exaltados, eufóricos. Liberan a su paso a los pocos prisioneros que, en esos momentos, allí se encuentran. Pero en una de las lúgubres mazmorras encuentran un esqueleto encadenado. Cubre su calavera una grotesca máscara de hierro. Durante un eterno segundo, la euforia de sus caras se convierte en horror y el silencio invade la estancia…

Este trágico final del cautivo desconocido es producto de la rumorología popular. Sus restos corrieron una suerte distinta según consta en los pocos documentos encontrados. Pero vayamos por partes y comencemos con su historia:

Corría el año 1698. Bènigne D’Auvergne de Saint Mars, nuevo alcaide destinado a la Bastilla, llega, sobre las tres de la tarde del 18 de septiembre, a la parisina prisión, trayendo a un prisionero que cubre su cara con una máscara de terciopelo negro, (según parece, no era de hierro). Al pasar por el registro de entrada, misteriosamente no se toma nota de su nombre. Este hombre enmascarado, que había estado ya en otras cárceles de alta seguridad, había pasado encarcelado los últimos 29 años de su vida, y siempre bajo la estricta vigilancia de Saint Mars.

Nunca nadie vio el rostro oculto bajo la máscara. Al preso no se le permitió tomar contacto con otros prisioneros. Vivía bajo amenaza de muerte si osaba hablar de algo que no fuera sus necesidades físicas. No tenía, por supuesto, ningún tipo de contacto con el mundo exterior.

Cinco años después, el hombre sin rostro y sin nombre cayó enfermo. El 19 de noviembre de 1703, a las 10 de la noche, por fin su alma se liberó de las mortales cadenas. Entonces se quiso borrar toda huella de su paso por la Bastilla y se quemó todo aquello que utilizó durante tan solitarios años. Fue enterrado en el cementerio de San Pablo. En registro parroquial se le puso por nombre M. de Marchiel. Se le suponían unos 45 años…

Varias son las teorías sobre quien era el misterioso caballero a quien se ocultó de manera tan cruel. Dicen que entre los pocos que conocían quien era realmente estaba el propio Rey Luis XIV, el Rey Sol, que poseía el poder de arrestar y encarcelar a voluntad y así lo había puesto en práctica.

Una de las teorías afirma que bajo la máscara de terciopelo negro podría estar un hermano bastardo de este rey absolutista, fruto de los amoríos de su madre, Ana de Austria, con el poderoso cardenal Mazarino. Otra habla de que, en realidad, era su hermano gemelo. Esto parece confirmarlo el famosos cardenal Richelieu en una de sus obras, en la que habla de que Ana de Austria tuvo dos hijos el mismo día pero con muchas horas de diferencia, siendo el primero alabado como futuro rey y el segundo escondido en el mas oscuro de los secretos.

En aquellos días, y según la ley, era considerado mayor el segundo de los hijos que nacía en un parto gemelar. Como el alumbramiento se demoró demasiado, cuando el segundo nació ya el primero había sido nombrado rey. Para evitar posibles problemas, a la reina se le dijo que su segundo varón había muerto, y éste fue desterrado a una vida humilde.

Pero ocurrió lo inevitable: al crecer su parecido con el Rey de Francia fue cada vez mayor. Decidieron entonces enviar a Eustache Dauger, que así se llamaba, a Inglaterra donde Enriqueta María, esposa de Carlos I y tía de su padre, le ofreció esta vez una esmerada educación.

Al conocer su procedencia, Eustache quiso reclamar el trono y se puso manos a la obra. Con ya 31 años y con la ayuda de un francés llamado Roux de Marsily, que trabajaba secretamente contra Francia, se propuso ocupar el lugar que por ley le correspondía.

Pero la suerte no estaba de su parte. Roux de Marsily fue detenido y torturado hasta la muerte, y antes de expirar confesó la verdad sobre su acompañante. Fue entonces cuando fue apresado y comenzó su peregrinación, siempre con su máscara de negro terciopelo, por distintas cárceles hasta terminar en la Bastilla.

Aunque tampoco esta versión puede demostrarse con documentos históricos, es una de las que más aceptadas sobre quien era el misterioso hombre de la máscara.

Otras teorías de quien pudo ser

Una multitud de personajes fueron, en un cierto momento, los «hombres de la máscara de hierro», pero diversas investigaciones acabaron por descartarlos debido a pruebas que permitían determinar su verdadera existencia. Algunos de ellos son:


  •     Un hermano extramatrimonial de Luis XIV.
  •     Molière, el dramaturgo francés.
  •     Nicolás Fouquet, ministro de finanzas de Luis XIV.
  •     Mathiolli, un estafador.
  •     Dubreuil, un espía de confianza y que por un fiasco terminó condenado.
  •     Eustache D'Auger, arrestado por razones desconocidas.

D’Artagnan

Para el historiador inglés Roger MacDonald La máscara de hierro, La verdadera historia de D'Artagnan y Los tres mosqueteros, (ed. Crítica 2006), la máscara de hierro sería el mosquetero D'Artagnan. Herido en Maastricht en 1673, habría sido enviado a la prisión de Pignerol, donde la máscara lo habría ocultado a los ojos de los mosqueteros que lo vigilaban. La prueba, según MacDonald, sería el libro Mémoires de M. D'Artagnan, escrito por Gatien de Courtilz de Sandras (1644-1712), quien pasó 9 años en la Bastilla entre 1702 y 1711 coincidiendo con D'Artagnan. MacDonald cree que la fuente de Courtilz fue el propio mosquetero.

Vivien de Bulonde

En 1890 llegaron a manos de Louis Gendron, un historiador militar francés, algunas cartas codificadas que pasó a Etienne Bazeries, del departamento de criptografía del ejército francés. Después de tres años, Bazeries pudo leer algunos de los mensajes en el Gran Código de Luis XIV. Uno de ellos se refería a un prisionero a quien identificaba como el general Vivien de Bulonde. Una de las cartas escritas por François de Louvois hacía referencia específica al crimen de de Bulonde:

En el sitio de Cuneo, de Bulonde estaba preocupado por la llegada de tropas enemigas desde Austria y ordenó una apresurada retirada, dejando tras de sí sus municiones y hombres heridos. Luis XIV estaba furioso, y en otra de las cartas ordenó específicamente que a de Bulonde «se lo conduzca a la fortaleza de Pignerole, donde debe ser encerrado en una celda y custiodiado en la noche, y se le permitirá caminar por las almenas durante el día con una máscara puesta». Las fechas de las cartas se ajustan a las fechas de los registros originales sobre el hombre de la máscara de hierro.