Un domingo de septiembre de 1989, en un lugar conocido popularmente como "el bosque encantado de Girona", a tan sólo 11 kilómetros de la capital, fueron a disfrutar de un día en el campo un par de matrimonios de amigos. Mario Añaños,uno de los testigos, comentó que mientras preparaban la barbacoa, escucharon extraños ruidos o gemidos. Al encender un aparato de música fue cuando se dieron cuenta de que un pequeño ser los estaba observando con atención. Al instante, la criatura trató de huir dando pequeños saltitos. Los testigos reaccionaron rápidamente y, lanzándole encima una manta, lograron capturarle.
Decidieron meterlo en una jaula para pájaros, y trataron de darle todo tipo de comida sin éxito. No sabían qué hacer con él, así que contactaron con Ángel Gordon, un parapsicólogo que pudo tomar nota de su aspecto físico: medía entre 12 y 15 centímetros y tenía la piel de color azul y con manchas. Sus pies eran como los de los anfibios, para efectuar largos saltos, y detrás del cogote tenía tres pelos bien diferenciados. Sus orejas eran similares a las de un conejo; sus ojos rojos y saltones; su boca prominente parecía un hocico; y destacaba una protuberancia que ténía en la cabeza y que recordaba a un gorro frigio o a un gorro de los pitufos. Además, emitía un sonido similar al de las hienas, una especie de risa histérica para llamar la atención.
Sin embargo, la pobrecita criatura murió al día siguiente.
Metieron su cuerpo en un frasco con formol, y su color azul se fue transformando en verdoso. Guardaron el tarro en un congelador en la trastienda de una farmacia de Barcelona, hasta que fue llevado más tarde a la facultad de Biología de la Universidad de Barcelona. Allí lo analizó el doctor Linares de Mula, quien expuso que sólo existían dos posibles explicaciones: o era un caso teratológico, es decir, una animal con malformaciones genéticas de tipo monstruoso, o, por el contrario, era el hallazgo de un ser raro y primitivo, desconocido para la ciencia actual.
Para salir definitivamente de dudas, el extraño ser fue trasladado a los laboratorios del Instituto de Biología de Washington, en EE.UU. Tras su estudio, los científicos concluyeron que se trataba de un ser deforme de la naturaleza, es decir, de un animal teratológico. Pero según otros datos suministrados por la misma entidad, era un animal celular completamente formado, o sea, que no se trataba de un feto con morfología anfibia, ya que sus pies tenían membranas que lo habrían capacitado para saltar como una rana, aunque también tenía partes que recordaban a una rata.
El profesor D'Arbó, que ha investigado con detalle este caso, afirma que se ha encontrado a otro de la misma especie en los frondosos bosques húmedos del norte de los Pirineos, en el macizo montañoso de Garraf, entre Barcelona y Sitges. Se trata de un lugar lleno de túneles y pequeños huecos. Incluso pasa por allí un río subterráneo llamado "La Falconera" sobre el que se cuentan innumerables leyendas.
Se trata de una extraña historia, misteriosa, que nos hace preguntarnos si existirá realmente esta especie perdida en los lugares más recónditos de nuestro país. Sin embargo, no veo ningún motivo por el que se le deba dar al nombre de "gnomo" o "duende" a este ser que, más bien, me parece un animal fantástico. Éste es otro ejemplo de las decenas de veces que se utilizan las palabras duende, hada, gnomo, como "nombres comodín" en los que se enmarcan todo tipo de seres, lo cual hace confuso el significado de estas palabras.
Decidieron meterlo en una jaula para pájaros, y trataron de darle todo tipo de comida sin éxito. No sabían qué hacer con él, así que contactaron con Ángel Gordon, un parapsicólogo que pudo tomar nota de su aspecto físico: medía entre 12 y 15 centímetros y tenía la piel de color azul y con manchas. Sus pies eran como los de los anfibios, para efectuar largos saltos, y detrás del cogote tenía tres pelos bien diferenciados. Sus orejas eran similares a las de un conejo; sus ojos rojos y saltones; su boca prominente parecía un hocico; y destacaba una protuberancia que ténía en la cabeza y que recordaba a un gorro frigio o a un gorro de los pitufos. Además, emitía un sonido similar al de las hienas, una especie de risa histérica para llamar la atención.
Sin embargo, la pobrecita criatura murió al día siguiente.
Metieron su cuerpo en un frasco con formol, y su color azul se fue transformando en verdoso. Guardaron el tarro en un congelador en la trastienda de una farmacia de Barcelona, hasta que fue llevado más tarde a la facultad de Biología de la Universidad de Barcelona. Allí lo analizó el doctor Linares de Mula, quien expuso que sólo existían dos posibles explicaciones: o era un caso teratológico, es decir, una animal con malformaciones genéticas de tipo monstruoso, o, por el contrario, era el hallazgo de un ser raro y primitivo, desconocido para la ciencia actual.
Para salir definitivamente de dudas, el extraño ser fue trasladado a los laboratorios del Instituto de Biología de Washington, en EE.UU. Tras su estudio, los científicos concluyeron que se trataba de un ser deforme de la naturaleza, es decir, de un animal teratológico. Pero según otros datos suministrados por la misma entidad, era un animal celular completamente formado, o sea, que no se trataba de un feto con morfología anfibia, ya que sus pies tenían membranas que lo habrían capacitado para saltar como una rana, aunque también tenía partes que recordaban a una rata.
El profesor D'Arbó, que ha investigado con detalle este caso, afirma que se ha encontrado a otro de la misma especie en los frondosos bosques húmedos del norte de los Pirineos, en el macizo montañoso de Garraf, entre Barcelona y Sitges. Se trata de un lugar lleno de túneles y pequeños huecos. Incluso pasa por allí un río subterráneo llamado "La Falconera" sobre el que se cuentan innumerables leyendas.
Se trata de una extraña historia, misteriosa, que nos hace preguntarnos si existirá realmente esta especie perdida en los lugares más recónditos de nuestro país. Sin embargo, no veo ningún motivo por el que se le deba dar al nombre de "gnomo" o "duende" a este ser que, más bien, me parece un animal fantástico. Éste es otro ejemplo de las decenas de veces que se utilizan las palabras duende, hada, gnomo, como "nombres comodín" en los que se enmarcan todo tipo de seres, lo cual hace confuso el significado de estas palabras.
Recreacion artistica del Gnomo de Girona |
El mal llamado Gnomo de Girona