El avión Comet IV Havilland, con matrícula G-APDN, CON 107, con 105 pasajeros y 7 tripulantes a bordo, despegó el 3 de Julio de 1970 del aeropuerto de Manchester (Reino Unido), con destino a Barcelona (España). Tenía previsto su aterrizaje en el aeropuerto de El Prat siguiendo la aerovía UB31. Después de haber sobrevolado Toulouse, siguió hasta Arbucias cometiendo allí su primera equivocación. Este error, y el azar jugaron un papel decisivo en el destino de la tragedia que estaba a punto de producirse.
Era la primera vez que los pilotos, en este vuelo charter, volaban hacia esta ciudad. Cuando sobrevolaban la montaña de Monstseny, situada en el parque natural del mismo nombre, en las inmediaciones de la ciudad de Barcelona, de adentraron en una espesa niebla que lo cubría todo por completo, algo extraño en aquella época del año.
Navegaban siguiendo el tradicional sistema de VOR’s. El piloto confundió el VOR’s y se pensó que estaba sobre Sabadell, informando de la posición ala torre de control. Desde El Prat le indicaron que girara a la izquierda rumbo 140. Ya había descendido mucho considerando su proximidad al aeropuerto (3.900 pies, unos 1.300 metros). Las instrucciones se siguieron y fueron directos al desastre.
Y junto al error del piloto intervino el azar. En el radar del aeropuerto de Barcelona los controladores vieron un avión en Sabadell y relacionaron el punto en la pantalla con el avión inglés. Lo situaron rápidamente y procedieron a dar a la nave las indicaciones pertinente, que debido al error que se había producido, la condujeron inevitablemente a la tragedia, precipitándose la nave irremediablemente a estrellarse en la montaña.
El avión se estrelló a las 18.05 horas muy cerca de la carretera de Santa Fe del Montseny, entre este lugar y Sant Marçal. Es decir, en la parte baja de la montaña.
Chocó a 450 km./h. y sólo en el último segundo se dieron cuenta que se estrellaban. El avión cortó todas las copas de los pinos en su intento de ganar altura y quedó totalmente destrozado, excepto la cola. Todo el equipaje quedó desparramado por las copas de los árboles. Los cadáveres, totalmente mutilados. Los 105 cinco pasajeros y los y tripulantes, murieron en el acto.
Dada la voz de alamar por algunos testigos presenciales del siniestro, inmediatamente de puso en marcha el equipo de salvamento, encontrando, cuando llegaron al lugar, la terrible catástrofe. Poco a poco miembros de la Cruz Roja, Guardia Civil, y otros organismos fueron recuperando todos los cadáveres entre los restos retorcidos de la nava siniestrada. La sorpresa de todos fue mayúscula cuando terminada las tareas de rescate los cadáveres recuperados fueron 113 en lugar de los 112 registrados en las litas oficiales del vuelo.
Se puso entonces en marcha una investigación por parte de la Guardia Civil por todos los pueblos de la zona y sus inmediaciones, intentado localizar algún vecino desaparecido, pues se barajaba la posibilidad de que el cadáver nº 113 pudiera tratarse de una víctima colateral que pudiera encontrarse en la zona en el momento del accidente. Sin embargo ningún vecino había desaparecido ni tampoco nadie procedente del Reino Unido, ni de ningún otro lugar fue echado en falta o reclamado por familiar alguno.
Ningún cadáver fue repratiado a Inglaterra y todos están enterrados en el cementerio de Arbucias, donde existe una placa en su memoria.
Dado que en aquella época no existían las pruebas de ADN, el asunto fue cerrado con rapidez dejando multitud de preguntas e incógnitas en el aire.
¿Qué extraño fenómeno hizo que la montaña de Montseny se cubriera de aquella espesa niebla, algo inusual en aquella época del año? ¿Quién era el pasajero 113 que viaja en el vuelo procedente del Reino Unido?
Al día de la fecha el misterio sigue sin ser desvelado.
Era la primera vez que los pilotos, en este vuelo charter, volaban hacia esta ciudad. Cuando sobrevolaban la montaña de Monstseny, situada en el parque natural del mismo nombre, en las inmediaciones de la ciudad de Barcelona, de adentraron en una espesa niebla que lo cubría todo por completo, algo extraño en aquella época del año.
Navegaban siguiendo el tradicional sistema de VOR’s. El piloto confundió el VOR’s y se pensó que estaba sobre Sabadell, informando de la posición ala torre de control. Desde El Prat le indicaron que girara a la izquierda rumbo 140. Ya había descendido mucho considerando su proximidad al aeropuerto (3.900 pies, unos 1.300 metros). Las instrucciones se siguieron y fueron directos al desastre.
Y junto al error del piloto intervino el azar. En el radar del aeropuerto de Barcelona los controladores vieron un avión en Sabadell y relacionaron el punto en la pantalla con el avión inglés. Lo situaron rápidamente y procedieron a dar a la nave las indicaciones pertinente, que debido al error que se había producido, la condujeron inevitablemente a la tragedia, precipitándose la nave irremediablemente a estrellarse en la montaña.
El avión se estrelló a las 18.05 horas muy cerca de la carretera de Santa Fe del Montseny, entre este lugar y Sant Marçal. Es decir, en la parte baja de la montaña.
Chocó a 450 km./h. y sólo en el último segundo se dieron cuenta que se estrellaban. El avión cortó todas las copas de los pinos en su intento de ganar altura y quedó totalmente destrozado, excepto la cola. Todo el equipaje quedó desparramado por las copas de los árboles. Los cadáveres, totalmente mutilados. Los 105 cinco pasajeros y los y tripulantes, murieron en el acto.
Dada la voz de alamar por algunos testigos presenciales del siniestro, inmediatamente de puso en marcha el equipo de salvamento, encontrando, cuando llegaron al lugar, la terrible catástrofe. Poco a poco miembros de la Cruz Roja, Guardia Civil, y otros organismos fueron recuperando todos los cadáveres entre los restos retorcidos de la nava siniestrada. La sorpresa de todos fue mayúscula cuando terminada las tareas de rescate los cadáveres recuperados fueron 113 en lugar de los 112 registrados en las litas oficiales del vuelo.
Se puso entonces en marcha una investigación por parte de la Guardia Civil por todos los pueblos de la zona y sus inmediaciones, intentado localizar algún vecino desaparecido, pues se barajaba la posibilidad de que el cadáver nº 113 pudiera tratarse de una víctima colateral que pudiera encontrarse en la zona en el momento del accidente. Sin embargo ningún vecino había desaparecido ni tampoco nadie procedente del Reino Unido, ni de ningún otro lugar fue echado en falta o reclamado por familiar alguno.
Ningún cadáver fue repratiado a Inglaterra y todos están enterrados en el cementerio de Arbucias, donde existe una placa en su memoria.
Dado que en aquella época no existían las pruebas de ADN, el asunto fue cerrado con rapidez dejando multitud de preguntas e incógnitas en el aire.
¿Qué extraño fenómeno hizo que la montaña de Montseny se cubriera de aquella espesa niebla, algo inusual en aquella época del año? ¿Quién era el pasajero 113 que viaja en el vuelo procedente del Reino Unido?
Al día de la fecha el misterio sigue sin ser desvelado.
El pasajero 113