El ingeniero británico Isambard K. Brunel había diseñado con éxito dos grandes buques, el Great Britain y el Great Western, cuando concibió la idea -alentado por sus éxitos- de construir un barco capaz de realizar la travesía de ida y vuelta de Inglaterra a Australia sin repostar una sola vez.
Las características de esta nave eran sorprendentes e insólitas para su época: 211 metros de eslora; 36 metros de manga (incluidos los tambores de las ruedas de palas); dos enormes mecanismos para accionar estas ruedas de 17 metros de diámetro; una hélice de 7 metros de longitud, y un desplazamiento de 32.000 toneladas. Todo esto convertía al Great Eastern en el barco de pasajeros más grande del mundo.
Brunel diseñó el casco según sus técnicas personales, también avanzadas para aquel tiempo. Diseñó un gran armazón con cuadernas y forros dobles, dividiéndolo en mamparas transversales con diez compartimientos estancos, de 18 metros de longitud cada uno.
Dadas las características de esta nave, no le fue fácil construirla, pero al final encontró apoyo financiero en la Eastern Steam Navigation Company, fundada en 1851 para el comercio con la India, países del Extremo Oriente y Australia.
El buque fue construido en los astilleros de John Scott Russel, en Millwall (Londres), y desde el principio corrió la voz de que estaba embrujado. Varias personas sufrieron accidentes e incluso perdieron la vida durante su construcción, y uno de los remachadores desapareció de forma inexplicable mientras trabajaba en el casco del buque.
Como la zona del Támesis donde se ubicaban los astilleros resultaba demasiado estrecha para una botadura de frente, y especialmente tratándose de una nave de tales dimensiones, el casco se montó paralelamente al curso del río. Todo esto implicó unos problemas que retrasaron la puesta en servicio del Great Eastern, mientras subían los costes, y la frágil salud de Brunel acabó resintiéndose por las preocupaciones y el exceso de trabajo.
El martes 3 de noviembre de 1857 se produjo un accidente mortal. Uno de los cabrestantes se desenrolló de manera tan repentina como inexplicable, dando muerte a uno de los operarios. El 19 se realizó otro intento con algo más de suerte y, para finales del mes, el buque se había deslizado 10,2 metros.
No tardaron en surgir rumores en torno a estas dificultades y accidentes. Por fin, el 31 de enero de 1858 (domingo) el buque flotaba sobre las aguas, pero aquí no habían acabado sus dificultades. Pocas horas después de la botadura y durante el viaje de pruebas a Weymouth (condado de Dorset), una de las tuberías de vapor reventó, causando la explosión de una de sus cuatro chimeneas y la muerte de seis fogoneros. Cuando Brunel -gravemente enfermo-, recibió tal noticia, se agravó su estado de salud, falleciendo el jueves 15 de septiembre de 1859.
Incapaz de hacer frente a los enormes gastos motivados por el retraso de la botadura y los accidentes, la Eastern Steam Navigation Company lo transfirió a la Great Ship Company, que trató de emplearlo en travesías transatlánticas, pero sus 4000 plazas nunca se cubrieron. Durante el primer crucero, los pasajeros se vieron mortificados por una serie de golpes secos, como martillazos, procedentes del fondo del casco. Además, sufrió daños en dos ocasiones: fue desarbolado por una tormenta, en medio del Atlántico; y chocó, cerca del puerto de Nueva York, con un escollo no indicado en las cartas marítimas. Finalmente, la tripulación estaba tan asustada que se negó, bajo amenaza de amotinarse, a obedecer las órdenes del capitán.
El Great Eastern sobrevivió, pero nunca más volvió a funcionar a vapor de línea. Tras gastar algunos miles de libras en reparaciones, la Great Ship Company puso el barco en venta. Fue adquirido por tres antiguos accionistas de la compañía, que seguidamente lo alquilaron como buque portacables a la Telegraph Construction Company.
En julio de 1865, convenientemente equipado, zarpó de un puerto irlandés para tender un cable transatlántico, pero al cabo de 1930 km. de tendido el cable se rompió, haciendo inútiles los esfuerzos por reparar la avería. Un año más tarde, se repitió la operación, ésta coronada por el éxito; de esta forma, el Great Eastern fue utilizado para el tendido de cables de Francia a América, de Bombay a Aden y a lo largo del Mar Rojo.
Terminó sus días anclado en Liverpool, como espectáculo y verbena flotante. Cuando se procedió a su desguace, en 1888, los operarios encontraron, en una cavidad de 1 metro de anchura que separaba las dos secciones del casco, los restos del desaparecido remachador; el esqueleto aún conservaba en su mano un martillo.
Transcurrirían aún 20 años antes de que se volviese a construir otro buque que le superara en tonelaje... y ese barco fue el Lusitania.
Las características de esta nave eran sorprendentes e insólitas para su época: 211 metros de eslora; 36 metros de manga (incluidos los tambores de las ruedas de palas); dos enormes mecanismos para accionar estas ruedas de 17 metros de diámetro; una hélice de 7 metros de longitud, y un desplazamiento de 32.000 toneladas. Todo esto convertía al Great Eastern en el barco de pasajeros más grande del mundo.
Brunel diseñó el casco según sus técnicas personales, también avanzadas para aquel tiempo. Diseñó un gran armazón con cuadernas y forros dobles, dividiéndolo en mamparas transversales con diez compartimientos estancos, de 18 metros de longitud cada uno.
Dadas las características de esta nave, no le fue fácil construirla, pero al final encontró apoyo financiero en la Eastern Steam Navigation Company, fundada en 1851 para el comercio con la India, países del Extremo Oriente y Australia.
El buque fue construido en los astilleros de John Scott Russel, en Millwall (Londres), y desde el principio corrió la voz de que estaba embrujado. Varias personas sufrieron accidentes e incluso perdieron la vida durante su construcción, y uno de los remachadores desapareció de forma inexplicable mientras trabajaba en el casco del buque.
Como la zona del Támesis donde se ubicaban los astilleros resultaba demasiado estrecha para una botadura de frente, y especialmente tratándose de una nave de tales dimensiones, el casco se montó paralelamente al curso del río. Todo esto implicó unos problemas que retrasaron la puesta en servicio del Great Eastern, mientras subían los costes, y la frágil salud de Brunel acabó resintiéndose por las preocupaciones y el exceso de trabajo.
El martes 3 de noviembre de 1857 se produjo un accidente mortal. Uno de los cabrestantes se desenrolló de manera tan repentina como inexplicable, dando muerte a uno de los operarios. El 19 se realizó otro intento con algo más de suerte y, para finales del mes, el buque se había deslizado 10,2 metros.
No tardaron en surgir rumores en torno a estas dificultades y accidentes. Por fin, el 31 de enero de 1858 (domingo) el buque flotaba sobre las aguas, pero aquí no habían acabado sus dificultades. Pocas horas después de la botadura y durante el viaje de pruebas a Weymouth (condado de Dorset), una de las tuberías de vapor reventó, causando la explosión de una de sus cuatro chimeneas y la muerte de seis fogoneros. Cuando Brunel -gravemente enfermo-, recibió tal noticia, se agravó su estado de salud, falleciendo el jueves 15 de septiembre de 1859.
Incapaz de hacer frente a los enormes gastos motivados por el retraso de la botadura y los accidentes, la Eastern Steam Navigation Company lo transfirió a la Great Ship Company, que trató de emplearlo en travesías transatlánticas, pero sus 4000 plazas nunca se cubrieron. Durante el primer crucero, los pasajeros se vieron mortificados por una serie de golpes secos, como martillazos, procedentes del fondo del casco. Además, sufrió daños en dos ocasiones: fue desarbolado por una tormenta, en medio del Atlántico; y chocó, cerca del puerto de Nueva York, con un escollo no indicado en las cartas marítimas. Finalmente, la tripulación estaba tan asustada que se negó, bajo amenaza de amotinarse, a obedecer las órdenes del capitán.
El Great Eastern sobrevivió, pero nunca más volvió a funcionar a vapor de línea. Tras gastar algunos miles de libras en reparaciones, la Great Ship Company puso el barco en venta. Fue adquirido por tres antiguos accionistas de la compañía, que seguidamente lo alquilaron como buque portacables a la Telegraph Construction Company.
En julio de 1865, convenientemente equipado, zarpó de un puerto irlandés para tender un cable transatlántico, pero al cabo de 1930 km. de tendido el cable se rompió, haciendo inútiles los esfuerzos por reparar la avería. Un año más tarde, se repitió la operación, ésta coronada por el éxito; de esta forma, el Great Eastern fue utilizado para el tendido de cables de Francia a América, de Bombay a Aden y a lo largo del Mar Rojo.
Terminó sus días anclado en Liverpool, como espectáculo y verbena flotante. Cuando se procedió a su desguace, en 1888, los operarios encontraron, en una cavidad de 1 metro de anchura que separaba las dos secciones del casco, los restos del desaparecido remachador; el esqueleto aún conservaba en su mano un martillo.
Transcurrirían aún 20 años antes de que se volviese a construir otro buque que le superara en tonelaje... y ese barco fue el Lusitania.
El Great Eastern, el Titanic de la epoca victoriana