jueves, 5 de marzo de 2015

Por desgracia la magia se ha convertido en un esperpéntico teatro. Desfiles interminables de payasos deambulan por televisión, convirtiendo a la "caja tonta' en un objeto, aún si cabe, todavía más inservible. Sin embargo, y en contra de lo que muchos puedan pensar, la maga fue el primer intento del hombre por conocer las leyes que rigen el universo que le rodea. Es por ello que magia y religión van cogidas de la mano en los albores de la Historia.

De ahí que sacerdotes e iniciados fueran los guardianes de conocimientos secretos, justo cuando la civilización daba sus primeros pasos. Un claro ejemplo fue la vida y obras del rey Salomón, tal y como lo define el Libro de los Reyes: "Salomón fue el mayor de todos los monarcas de la Tierra en riqueza y sabiduría". A este personaje, que marcó la Historia de su pueblo, le fueron entregados por su padre, el rey David, todos los secretos de la Cábala.

El Rey Salomon
Esta doctrina mezcla de magia, Ciencia y Filosofía, concibe el Universo, no como una creación de Dios, sino como una emanación directa del Creador. Conociendo, por tanto, los secretos de la Cábala, podemos controlar todas las energías de la Naturaleza.

A Salomón le fueron entregados estos saberes, para que los plasmara en un templo que sirviera de morada a Yahvé.

Hoy, del templo tan sólo nos queda el famoso Muro de las lamentaciones, centro de culto y objeto de veneración para todos los judíos. Gracias a estos secretos se crearon también el Arca de la Alianza o la mesa de los panes, objetos mágicos cargados con una facultad sobrenatural. Pudiera tomarse a solfa este tipo de conocimiento, sin embargo el poder del arca hizo que se derrumbaran los muros de Jericó, los más grandes y sólidos de la antigüedad.

El mismo Adolf Hitler persiguió este poder dos milenios después, convencido de que con él podría dominar el mundo. Salomón era consciente, por tanto, de que él era el último guardián de este saber oculto. No es descabellado que lo dejase escrito para salvaguardar a su pueblo. Así nacieron las Clavículas de Salomón, una de las obras más perseguidas de la Historia.

Tal y como relataba el erudito Nicetas Choniates en una de sus obras, aquel que posea el testamento de Salomón se convertirá en el hombre más poderoso sobre la faz de la Tierra. la palabra clavículas, viene a significar "pequeñas claves", y en la portada del libro figuran las dos columnas que había a la entrada del templo. Sin embargo, el ser un objeto tan ansiado, hizo que desde antaño gran número de oculistas afirmaran poseerlo.

Por ello no es extraño encontrarnos en las librerías gran cantidad de libros con esta portada y mismo título, No indica que sean, ni mucho menos, las verdaderas clavículas, sino que son en realidad tratados de magia con poco o ningún fundamento.

Aún así, es posible que hasta nuestros días haya llegado algún fragmento de esta fabulosa obra. En la Biblioteca Nacional de París, puede verse un manuscrito de las clavículas que nada tiene que ver con los ridículos tratados de magia medievales. Es un texto muy denso que habla de la forma de comunicarse con entidades superiores, Una buena parte de su contenido la forman grabados geométricos, que servirían para este tipo de rituales, de la misma forma que los monjes budistas tibetanos utilizan los mandaras para abrir las puertas de otra realidad.

Aunque en un principio parezca un absurdo que este texto sea una parte del legado de Salomón, no se convierte en una idea tan falaz si estamos versados en cábala judía. La interpretación de los escritos, según esta antigua tradición, no es nunca literal. Hay que reinterpretar todas las letras, dándole, además, a cada una un valor numérico. Tal es la forma que utilizaban los antiguos cabalistas para encriptar sus textos, y a buen seguro, la que utilizó el rey de los hebreos.

Esto convierte al mencionado manuscrito en todo un desafío, al alcance de aquellos que se atrevan a asumirlo. En honor a la verdad, también existieron otras clavículas que pudieron ser las verdaderas. Pertenecieron al celebre ocultista Eliphas Levi, y después a Stanislas de Guaita. Su destino final fue una subasta en el Hotel Drouot de París en el año 1968.

Pero la identidad de su dueño, que pagó una fortuna por ellas, es tan desconocida como su contenido.

Los libros malditos


Lafayette Ron Hubbard
El poder de las letras no es nada despreciable, sobre todo por que en ellas pueden ir conocimientos con una fuerza que desconocemos. Un caso singular es la historia de Lafayette Ron Hubbard, conocido escritor de novelas de ciencia-ficción, nuevamente de moda gracias a la película Campo de batalla la Tierra, basada en una de sus obras.

Este singular norteamericano cambió radicalmente su forma de pensar tras sufrir una experiencia de premuerte en la Segunda Guerra Mundial. Concibió entonces una nueva forma de psicoanálisis, basada en los engramas. Con esta palabra definía las trabas que de manera inconsciente arrastramos desde pequeños, marcados por lo que escuchamos desde que estamos en el vientre dé nuestra madre. Sus teorías, que no tienen fundamento científico alguno, se plasmaron en una de las obras más vendidas de la Historia: Dianética.

Dianética
Con este libro de autoayuda pretendía llevar a los sujetos hasta un estado psíquico que definió como "claridad". La primera persona con la que experimentó su novedosa teoría fue su mujer, que al alcanzar la "claridad" pidió el divorcio. Se ve que algo de razón tenía... Más tarde creó la Iglesia de la Cienciología, hoy en día considerada una secta. El caso es que miles de personas siguen fielmente su obra, y Dianética es el libro de autoayuda más vendido del mundo. Este extraño personaje reunió su vida y recuerdos, en una obra a la que tituló Excalibur.

Según relata Jacques Bergier en su ensayo, Los libros condenados, todos los amigos de Hubbard que lo leyeron, haciendo de cobayas, cayeron en la locura. Esto ha provocado que Excalibur sea la única obra de Cienciología que no es pública. Pocos son, por tanto, los que realmente conocen las experiencias de su fundador, aunque viendo los resultados psíquicos que afrontan quienes las leen, deben ser de sumo interés.

Berbiguer de Terre
Este libro no es el único que ha tenido la capacidad de volver loco a sus lectores. A mediados del siglo XIX, Berbiguer de Terre plasmó en un manuscrito sus experiencias tras haber sido objeto de una terrible maldición. Su obra, que llevaba el titulo de Los duendes o todos los demonios no son del otro mundo, provocaba trastornos mentales a todo aquel que se atreviera a leerla. De todas formas, es preciso recordar que estos dos casos son excepcionales.

Por lo general el contenido de los libros no hace más que enriquecer a todos aquellos que se sumergen en su lectura. La verdadera maldición de los textos nunca tuvo su base en sortilegios nefastos que caían sobre sus lectores. Más bien recaía en los saberes que guardaban

Clavícula de Salomón