miércoles, 10 de diciembre de 2014

El Castillo de Colditz

El Castillo de Colditz
Los orígenes del Castillo de Colditz se remontan al año 1158 cuando comenzó su construcción, sirviendo de baluarte defensivo y atalaya durante siglos. Tras varias reconstrucciones y renovaciones, el recinto del castillo y sus terrenos anexos se utilizaron para diversas funciones como hospicio y hospital psiquiátrico, hasta que durante la  Primera Guerra Mundial fue utilizado como  campo para prisioneros de guerra. El hecho de que nadie consiguiera fugarse de Colditz hizo que fuera utilizado de nuevo para esta función también durante el régimen nazi.


Vista area de Colditz
Los nazis comenzaron a usar Colditz para sus intereses poco después de llegar al poder en 1933. En esa primera época se encarceló allí a comunistas, judíos y homosexuales. Con la llegada de la  Segunda Guerra Mundial pasó a denominarse oficialmente como  Oflag IVc (Offizierslager IVc o Campo de oficiales). Entre octubre de 1940 que llegaron los primeros prisioneros y abril de  1945 cuando Colditz fue tomado por las tropas estadounidenses, el campo  Oflag IVc estuvo funcionando como  prisión nazi de máxima seguridad,  acogiendo entre sus muros a  oficiales experimentados en fugas de otros  campos; a los denominados "volksfeindlich" o traidores; y a algunos personajes distinguidos o familiares de  personajes aliados importantes que habían sido capturados.

Su seguridad era tal que a menudo se decía que había  más guardias que prisioneros dentro de sus muros siendo la única prisión de alta seguridad de este tipo de toda Alemania. Controlado por la Wehrmacht, una guarnición vigilaba el patio con sus dos únicas salidas mientras todo el recinto estaba rodeado de alambradas y vigilado constantemente por  200 centinelas. Además el castillo estaba construido sobre un terreno idóneo para esta función ya que se asentaba en un saliente de rocas sobre el río Mulde, en la  localidad de Colditz, a  más de 400 kilómetros de una frontera que no estuviera bajo el dominio nazi.

Un lugar del que fugarse

A pesar de todo ello, el  Castillo de Colditz es conocido por los  numerosos intentos de fuga que se produjeron durante esos años. Si bien  la mayoría no tuvieron éxito y los prisioneros fueron capturados de nuevo tras conseguir fugarse, se estima que  entre 30 y 36 personas alcanzaron su objetivo de escapar y ponerse a salvo en las poco más de 20  fugas exitosas que hubo. Solo se produjo una muerte, la del teniente británico  Michael Sinclair en septiembre de 1944 cuando fue  tiroteado al intentar saltar la valla, fue enterrado con honores militares en el mismo cementerio del castillo.

Plano de Colditz
Para  preparar las fugas, los prisioneros idearon una forma de obtener información de algunos guardas alemanes o de gente del pueblo, creando una especie de  mercado negro con los suministros que les enviaba la  Cruz Roja. Gracias también a algunos  objetos que conseguían introducir en la prisión a través de los paquetes personales que recibían, con los que se fabricaron herramientas y a una gran labor de campo por la que obtuvieron  duplicados de llaves,  mapas e  identificaciones falsas, en poco tiempo se empezaron a producir las  primeras fugas. En algunos momentos llegaron a ser tan numerosos los intentos de escape que se nombró un  oficial de fugas para poder coordinarse. Este cargo recayó en Pat Reid, un oficial que años después escribiría un libro sobre la  prisión de Colditz y los intentos de fuga aunque él no consiguió escapar con éxito.

La  primera fuga

La  primera fuga con éxito del Castillo de Colditz se produjo en abril de 1941, cuando el teniente francés Le Ray consiguió escapar y  huir a Suiza. Le Ray aprovechó la disputa de un partido de fútbol para esconderse en una cabaña en construcción y evitar a los guardias, allí se vistió de civil con unas ropas que había escondido, tras huir, caminó más de 400 kilómetros hasta la frontera Suiza y alcanzó la libertad. Antes que él ya lo habían intentado otros 8 presos en 4 intentos de fuga, el primero de ellos en marzo, cavando un túnel. Los 8 fueron capturados antes de poder escapar.

Los  intentos de fuga se siguieron sucediendo de las formas más variopintas: disfrazándose de guardias, de electricistas, incluso de mujer; haciéndose pasar por enfermos para fugarse más fácilmente desde el hospital al que eran trasladados; escondiéndose en el saco de correos; construyendo túneles desde casi cualquier sitio como los baños o la capilla; e incluso alguno de ellos consiguió fugarse mientras era conducido a juicio escapando por el camino y subiéndose a un tren.

Cabeza de arcilla
Los guardias alemanes llegaron a construir un  museo en el castillo donde iban recogiendo todo el  material de fugas que incautaban. Dos de las piezas destacadas eran dos cabezas de arcilla que los presos construyeron para sustituir en el recuento a los oficiales que conseguían fugarse.

Fugas dignas de un guión de Hollywood

Algunos de estos intentos de fuga del  campo Oflag IVc fueron tan originales y elaborados que merecen ser mencionados en más detalle. No solo son dignos de un guión de Hollywood, en algunos casos fueron la  inspiración para algunas de las más conocidas películas sobre fugas.

En diciembre de 1940, el prisionero  Peter Allan Murray intentó fugarse metido dentro de un colchón. Este oficial británico que hablaba un alemán fluido gracias a que había estudiado en Alemania antes de la guerra, se vistió con un uniforme de las juventudes hitlerianas y aprovechando su pequeña estatura y peso,  se escondió dentro de uno de los colchones que se iban a llevar fuera del campo. Consiguió llegar hasta Viena donde pidió asilo al consulado americano (Estados Unidos no había entrado aún en el conflicto oficialmente) que se lo negó. Exhausto y sin dinero, finalmente fue  capturado de nuevo y llevado de vuelta a Colditz donde fue castigado a pasar 3 meses en aislamiento.

Añadir leyenda
El teniente francés  Mairesse Lebrun tuvo más suerte y tras varios intentos de fuga anteriores finalmente  consiguió fugarse en julio de 1941. Durante semanas estuvo corriendo en el patio todos los días para fortalecer sus piernas hasta que llegado el día, un compañero le hizo de catapulta ayudándole a impulsarse por encima de la alambrada. Los guardias lo vieron y aunque abrieron fuego no consiguieron alcanzarle, Lebrun consiguió saltar también el siguiente muro y tras robar una bicicleta llegó a la frontera suiza. Dos semanas después, el  comandante del campo Oflag IVc recibió una carta donde se le solicitaban los efectos personales de Lebrun.

Otro de los  intentos de fuga memorables lo protagonizaron dos tenientes polacos en mayo de 1941 mediante una  cuerda construida con sábanas. Tras hacer todo lo posible para ser confinados en aislamiento, forzaron las cerraduras y se situaron en el tejado de uno de los edificios de los guardas desde donde debían descender por su cuerda de sábanas 36 metros hasta el suelo ya fuera del campo. Fueron  detectados por los guardias alemanes mientras descendían por la cuerda cuando éstos oyeron el sonido de las botas en la pared del edificio y capturados inmediatamente.

Túneles

Tunel Frances en Colditz
La  construcción de túneles o la utilización de  antiguos túneles que tenía el Castillo, fue uno de los  métodos más habituales para intentar escapar. Dos de estos intentos fueron realmente elaborados, uno llevado a cabo por oficiales británicos y otro por oficiales franceses.

Los británicos encontraron una vía de escape a través de las  alcantarillas que había debajo del castillo en 1941. El acceso era desde de la cantina (el comedor) y tras varios viajes de reconocimiento, decidieron extender el túnel para hacer una salida hasta el exterior por donde pudieran pasar. Tras varios meses de preparación, el 29 de mayo intentaron la escapada,  sobornando a uno de los guardias con 100 marcos alemanes.  Pat Reid fue el encargado de organizarlo, se escondió por la noche en la cantina y abrió la puerta a sus compañeros que fueron pasando uno a uno al túnel para escapar. Sin embargo su aventura no tu éxito, el guardia sobornado les traicionó y los 12 hombres fueron capturados por los guardias alemanes que les estaban esperando.

Responsables del tunel frances
Los franceses por su parte  construyeron un túnel que se convirtió en una auténtica  obra de ingeniería,  el túnel más largo para intentar escapar del Castillo de Colditz. Debajo de la torre del reloj de la capilla tenían acceso a los sótanos y desde la bodega de vinos comenzaron a cavar un túnel durante más de 8 meses en 1941.

Tras 4 metros excavados tuvieron que modificar el recorrido debido a que se toparon con roca que no podían picar, la solución fue desviar la excavación pasando por debajo de la capilla.  La longitud total del túnel francés fue de 44 metros con una profundidad final de 8 metros y medio.

Plano del tunel frances
La labor fue titánica, construyendo un túnel que  contaba con suministro eléctrico que tomaron desde la capilla, la entrada al túnel se tapaba con rocas que cubrían el agujero y se limpiaba de nuevo la bodega tras cada trabajo para no dejar rastro de la excavación que estaban realizando. Los escombros extraídos eran izados en sacos por la torre del reloj y ocultados en los altos del castillo.

A pesar de su trabajo y especial cuidado, los alemanes sospechaban que se estaba excavando un túnel y se dedicaron a buscarlo por todo el recinto hasta que dieron con él. Este intentó francés  quedó frustrado cuando les quedaban apenas 2 metros de túnel para terminarse.

Un planeador

El planeador (Colditz glider)
El  último intento de fuga del Castillo de Colditz fue también probablemente el más ingenioso y original. La idea era  construir un planeador que se lanzase desde el tejado para descender suavemente cerca de 60 metros hasta más allá del rio Mulde, en el aparato podrían ir dos personas.

La idea del  planeador de Colditz (Colditz glider) se le ocurrió a  Tony Rolt, un teniente británico que después de la guerra participó en el  primer Gran Premio de Fórmula 1 en 1950. A pesar de ser un hombre de acción, no tenía experiencia como piloto por lo que encargó la construcción del avión a dos oficiales de la RAF que también estaban cautivos,  Jack Best y Bill Goldfinch. El planeador fue construido en el ático de la capilla, un lugar al que los alemanes no tenían visión desde sus puestos de guardia. En su construcción emplearon todos los materiales de que disponían: tablas de madera de las camas, tableros del suelo, cables eléctricos, toallas, ropas de cama... incluso  construyeron una rampa de lanzamiento a partir de unas mesas y una bañera llena de cemento como contrapeso para alcanzar la suficiente aceleración. El  planeador construido era realmente ligero, con 109 kilos de peso, su envergadura era de casi 10 metros y una longitud de 6 metros.

Replica del Planeador(Imperial War Museum de Londres)
Los acontecimientos de la guerra provocaron que  el planeador nunca llegara a volar. Cuando ya estaba casi terminado, llegaron noticias de que la Segunda Guerra Mundial estaba cerca de su fin, por lo que se decidió que el intento de escapar en él se haría en mayo o solo se adelantaría como vía de escape para que alguno de los prisioneros pudiera llegar hasta las tropas americanas en el caso de que las SS recibieran las  órdenes de ejecutar a los prisioneros. Finalmente  el 16 de abril de 1945 las tropas estadounidenses liberaron el campo de prisioneros del Castillo de Colditz. El  planeador original de Colditz no se conservó aunque se pudo tomar  una única fotografía de este curioso ingenio.

Actualmente

Todas estas peripecias vividas en el Castillo de Colditz no pasaron desapercibidos para los medios, y ya en 1955 se filmó una película titulada The Colditz Story. Pero quizá la recreación más famosa y recordada sea la serie de televisión rodada entre 1972 y 1974. Esta serie de televisión contaba con 28 episodios y fue emitida en España en los años ochenta.

La fuga de Colditz
En esa misma época de los setenta se puso a la venta un juego de mesa titulado La fuga de Colditz en el que uno de los jugadores controla las tropas alemanas y los demás jugadores, llamados oficiales de escape, intentan huir del castillo sacando al máximo posible de prisioneros.

Incluso algunos juegos ambientados en la Segunda Guerra Mundial incluyen episodios ambientados en el Castillo de Colditz.

En el año 2000 se realizó una réplica para el documental " Escape From Colditz" donde se demostró que  el planeador hubiera funcionado. Actualmente se puede visitar esta réplica en el Imperial War Museum de Londres. En los pocos años que el  Castillo de Colditz funcionó como  campo de prisioneros Oflag IVc se produjeron  incontables intentos de fuga. Según las cifras oficiales,  32 oficiales consiguieron fugarse con éxito aunque otras fuentes apuntan a que pudieron ser más.

El Castillo de Colditz en al actualidad
En la actualidad, el Castillo de Colditz pertenece al  Estado de Sajonia. Se han renovado parte de los edificios para convertirlo en un albergue juvenil mientras otras se han mantenido tal como estaban durante la  Segunda Guerra Mundial,  convirtiéndose en un museo  dedicado a las fugas que allí se dieron.