Atila: el rey de los Hunos, feroz enemigo de los imperios romanos de oriente y occidente, forjó un gran imperio y pasó a la historia como aquel que "por donde pisaba nunca volvía a crecer la hierba".
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Atila |
Federico I, "Barbarroja": rey de Alemania en 1152 y emperador del Sacro Imperio Romano Germánico a partir de 1155, orgulloso hasta el extremo de oponerse al
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Barbarroja |
Enrique I de Castilla: En 1214, con la tierna edad de 10 años, ascendió al trono de Castilla en medio de intrigas
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Enrique I |
Felipe IV de Francia, "El Hermoso" pasó a la historia como el rey que con su avaricia propició el fin de la orden del Temple mediante artimañas y falsas
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Felipe IV de Francia |
No se queda atrás su homónimo Felipe I de España, "El Hermoso": esposo de Juana la Loca, a él se culpa de la locura de la reina por sus contínuas infidelidades. Aunque intentó sin éxito incapacitar a su
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Felipe I de España |
Ludovico Pío: tercer hijo y sucesor de Carlomagno, es sobre todo conocido por su victoria y conquista de Barcelona en el año 801,
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Ludovico Pío |
Papa Juan XXI: es el llamado papa médico, tenía amplios conocimientos científicos y médicos. Culto y erudito. Su muerte está rodeada de misterio, ya que el 14 de mayo de 1277, las paredes
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Papa Juan XXI |
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Duque de Clarence |
Tycho Brahe, muchas fuentes históricas citan como causa de su muerte una infección de orina padecida en 1601, al no ausentarse de una cena en Praga por educación y respeto. La larga cena le ocasionó una fuerte cistitis que le postró en cama con fiebres elevadas durante 71 días. Es muy probable,
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Tycho Brahe |
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Li Po |
Después de la guerra civil norteamericana, el controvertido político Clement Vallandigham, de Ohio, se transformó en un exitoso abogado que rara vez perdía un caso. En 1871 defendió a Thomas McGehan,
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Clement Vallandigham |
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Adolfo Federico |
El rey Adolfo Federico de Suecia amaba comer y murió por ello. Conocido como “El rey que comió hasta morir”, falleció en 1771 a la edad de 61 años a causa de un problema digestivo luego de comer una cena gigantesca consistente de langosta, caviar, chucrut, sopa de repollo, ciervo ahumado, champaña y catorce platos de su postre preferido: semia, relleno de mazapán y leche.
Crisipo. Este filósofo griego fue una de las principales figuras de los estoicos y además, según nos cuenta la historia, era un fiestero de narices. Y eso fue lo que a la postre acabó con su vida, pero no por cirrosis, sino por culpa de un burro y unos higos.
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Crisipo |
Yusuf Ishmaeld fue un gigantesco luchador turco que llegó a fines del siglo XIX a los Estados Unidos para realizar una serie de combates. Mal no le fue. Venció al campeón de lucha Evan Lewis y, también, al campeón de lucha grecorromana Ernest Roeber.
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Yusuf Ishmaeld |
De regreso a su país, apenas a unos metros de la costa, el barco en el que viajaba colicionó con un buque inglés en aguas del Atlántico norte. Ante el inminente hundimiento, todos los pasajeros debieron saltar por la borda y nadar hasta los botes de rescate.
El luchador turco también lo hizo, pero el peso de su cinturón le impedía mantenerse a flote. A pesar de saber que si no lo soltaba moriría ahogado, Yusuf prefirió irse con su preciosa carga al fondo del mar.
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Esquilo |
En 1991 en Tailandia una mujer de 57 años de nombre Yooket Paen estaba caminando por su granja cuando resbaló en excremento de vaca, se agarró de un cable con tensión y murió electrocutada. Después de su funeral, la hermana de Yooket les estaba mostrando a unos vecinos cómo había sido el accidente, ella también se resbaló, se agarró del mismo cable y también murió.
Para acabar, una cadena de muertes bizarras que, por su impactante efecto dominó, fue tema de conversación durante semanas. Algunos la recordarán, sucedió en Buenos Aires, en 1988.
Una familia de apellido Montoya, que vivía en un piso trece del barrio de Caballito, se había ido de vacaciones dejando en el departamento a su pequeño perrito.
Un amable vecino se encargaba de darle de comer todos los días. Sin embargo, el perro tuvo la mala idea de salir al balcón, donde perdió el equilibrio y cayó. Una mujer de 75 años, recibió el impacto perruno y murió en el acto, concentrando un grupo de gente que, como sucede en esos casos, corre hacia el lugar, entre gritos y pedidos de auxilio.
Una de esas personas fue Edith Solá de 46 años, quien cruzó la avenida sin cuidado y fue atropellada por un colectivo. La mujer murió instantáneamente, pero como no hay dos sin tres (sin contar al perro, claro) un anciano, al ver el horrible espectáculo, sufrió un ataque cardíaco falleciendo camino al hospital.
Uno de los testigos entrevistados remató el hecho con una frase memorable: “parecía un atentado, había cadáveres por todos lados!“.